Por Francisco Luciano
Opinión |
La Fuerza de Pueblo es una
organización que tiene como misión transformar la República Dominicana, en un
país más justo y para ello se inspira en los principios originales de nuestros
padres fundadores, se fundamenta en los ideales de los restauradores de la
república, asume los valores libertarios de resistencia contra la intervención
estadounidense de 1916 a 1924, los anhelos de los luchadores contra la tiratira
expresados en la epopeya del 14 de junio de 1959, en el noble sacrificio de
Manolo Tavares Justo y sus compañeros en 1963, en los hombres y mujeres de
abril 1965 y reivindica el pensamiento progresista y de avanzada del ilustre
maestro de la política, el profesor Juan Bosch.
Somos un hibrido fecundo entre
quienes integramos y sostuvimos por cuatro décadas al Partido de los
Trabajadores Dominicanos, PTD, organización que reivindicó los valores y
principios de los hombres y mujeres de la Raza la Inmortal y del otro las
fuerzas sociales que dentro del Partido de la Liberación Dominicana, se negaron
a convivir con la trampa como método degradante de la actividad política y que
junto al Dr. Leonel Fernández, dejando atrás más de cuarenta años de
militancia, para continuar con otro medio su camino en la lucha por el respeto
a la democracia, libertad y el apego a la constitucionalidad.
Para establecerse, la Fuerza
del Pueblo, tuvo que vencer una cadena de obstáculos más allá, de lo que impone
la Ley a cualquier partido político, ya sea para conformarse como nueva entidad
o para transformarse como lo fue nuestro caso.
Diversos fueron los obstáculos
que nos impuso el poder, que además de recurrir a invocar falsedades legales,
también hizo uso de su poder coercitivo de manera retorcida para intimidar a
ciudadanos y a instituciones, a los fines de excluirnos del sistema de partidos
legalmente constituido.
No debe dejarse de lado que la
Fuerza del Pueblo surgió en un momento electoral y que por lo tanto recibió el
ataque combinado, tanto contra su formación legal y estructural, como contra su
principal propuesta electoral, encarnada en la candidatura presidencial del Dr.
Leonel Fernández.
Contra el cambio de nombre del
PTD a Fuerza del Pueblo, hubimos de encarar en la justicia las más ridículas e
inverosímiles oposiciones. En los tribunales y ante la Junta Central Electoral
se presentaron objeciones absurdas, que tenían como objetivo retrasar los
procesos de cambio de nombre, para lo que hasta se contrató a un santiaguero de
malos espíritus, que reclamó la paternidad sin madre, del nombre
Fuerza del Pueblo. Luego le
siguió la objeción por parte del PLD, al color verde, utilizando para ello un
comodín puesto a su servicio por tener registro ante la JCE.
Derrotados esas tentativas,
desde el PLD y el gobierno se inició una segunda ola de demandas y objeciones,
tanto ante el Tribunal Superior Electoral, TSE, como por vía de la Junta
Central Electoral para tratar de anular la Convención del PTD que eligió al Dr.
Leonel Fernández como candidato presidencial. Así mismo la JCE, necesitó de un
fallo judicial para admitir la candidatura de Leonel Fernández, debido a las
presiones ejercidas desde el gobierno contra los integrantes del organismo
electoral.
Como se ha podido apreciar, la
Fuerza del Pueblo y su candidato presidencial fueron mantenidos en vilo y bajo el
manto de la duda generalizada, de si Leonel podría ser candidato, situación que
se mantuvo hasta final del mes de enero 2020. Una batería bien articulada de
comunicadores, opinadores en la radio, la televisión, prensa, twitteros y todo
tipo de redes, se puso al servicio del grupo de poder, para operando con
agresividad, generar en el imaginario de la población, que ni la Fuerza del
Pueblo, ni Leonel Fernández tenían posibilidades de participar del proceso
electoral en marcha. En el propósito de denostar a Leonel Fernández hasta se
trajo al país a un embajador obsesivo compulsivo para que se colocara al frente
de los ataques.
Cada paso que daba la Fuerza
del Pueblo encontraba un “cristiano de noble sentimientos”, que, alimentado por
el PLD y el gobierno, firmaba un recurso o una demanda de objeción o en
nulidad.
Más de un “jurista” asumió la
defensa de preservar al PTD, como un “patrimonio” del pueblo dominicano por
encima de la voluntad de su propio congreso y de la casi totalidad de sus
miembros. Los costosos espacios pagados en los periódicos de circulación
nacional contienen las evidencias que delatan al equipo de canallas que actuó
bajo contrato.
Saltados todos los obstáculos y
chicaneadas legales, no quedó más remedio que reconocer a la Fuerza del Pueblo
y aceptar que conforme la constitución, el Dr. Leonel Fernández nunca tuvo
impedimento para ser candidato presidencial. Entonces se inició un sordo, rudo
y tenaz laborantismo para borrar a la Fuerza del Pueblo y a Leonel Fernández de
los grandes medios de prensa, excluir sus opiniones, juicios y acciones en
todos los espacios de opinión como una pared de concreto impuesta desde de
palacio que busco reducirnos.
Más de un potencial colaborador
de la Fuerza del Pueblo, recibió el chantaje y la presión, inescrupulosa y
falta de ética de la Dgii. Luego vino la guerra de encuestas, así como el uso
politiquero de la pandemia del covid-19, para imponer un toque de queda, que en
los hechos para la oposición política equivalía al arresto domiciliario, pues
el candidato del gobierno hacia campaña de día y de noche, haciendo uso grosero
de los programas sociales del gobierno.
Las frustradas elecciones del
16 febrero 2020 y el posterior informe presentado por la Organización de
Estados Americanos, OEA, vinieron a comprobar toda la trama y diabluras
fraudulentas denunciadas por Leonel Fernández durante las primarias del PLD,
dejando claro en la conciencia nacional que desde la Junta Central Electoral se
actuó en complicidad y al servicio del grupo que desde el Palacio Nacional se
robó las primarias del PLD.
La Fuerza del Pueblo salió
airosa del proceso logrando su legitimidad como organización con derecho a
existir al amparo de la constitución y las leyes de la nación. Se consolidó en
apenas ocho meses como un partido mayoritario, constituyendo la segunda fuerza
senatorial de la Republica Dominicana, teniendo una representación en la
camarada de diputados y en el poder municipal a nivel de alcaldes, regidores y
vocales diseminados en toda la geografía nacional.
Su liderazgo capitaneado por el
Dr. Leonel Fernández probó tener reciedumbre y templanza para imponerse en las
peores circunstancias y lograr el objetivo de impedir la perpetuidad en el
poder de un grupo que demostró carecer de escrúpulos para imponerse.
La Fuerza del Pueblo, tiene la
responsabilidad de constituirse en un referente de participación y en una
escuela de la democracia, dejando atrás las malas prácticas que desde el PLD
provocaron su erupción y reiterándose en los valores y principios que desde
siempre enarbolaron los liberales encabezados por Juan Pablo Duarte y los
Trinitarios, Gregorio Luperón y el Partido Azul, los luchadores anti
imperialistas del 1916 y 1965, de los luchadores contra la tiranía y contra el
golpe de Estado a Juan Bosch recogidos en el legado de la raza inmortal y los
hombres y mujeres del 14 de Junio, así como en el pensamiento progresista y
democrático de Juan Bosch.
El pueblo dominicano tiene en
la Fuerza del Pueblo a una organización presta a servirle de canal para
cristalizar sus grandes sueños de alcanzar el progreso, el desarrollo y el
bienestar con plenas garantías de respeto a las reglas democráticas que
enarbola la constitución.
El autor es docente
universitario y dirigente político.
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