Por
Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol
Opinión |
Por lo menos está la intención de presentar nombres, cédulas, direcciones e identidades.
De ahí que como no puede haber
pruebas en contra, los partidos políticos tendrán los millones de afiliados que
presentaron a la Junta Central Electoral. Ya habrá tiempo para demostrarlo
cuando voten por los partidos que dicen los tienen afiliados.
No hay que hacer un ejercicio de
mucha profundidad para comprender que un partido político no puede ganar las
elecciones presidenciales contando únicamente con su matrícula. Juega un papel
trascendental el número de afiliados, pero con esos datos no se ganan
elecciones nacionales.
Hay que ir al pueblo, a todos los
niveles sociales y económicos, para conseguir los votos que permiten ganar unas
elecciones. Ahí el chantaje no da resultados, ni los programas de gobierno
hechos en cuartos con aire acondicionado.
La habitación fría de los
pensantes no genera votos. Si la estrategia que permitiría ganar,
pero hay que hacer los trabajos de campo. Un político en frio solo podría ganar
mediante una acción de favoritismo, colocado en un lugar especial, pero no por
el querer de su circunscripción.
En el pasado ya tenemos
experiencia de candidatos que no consiguen ni los votos unánimes de sus
familiares más cercanos, ganando curules, porque sus líderes les colocaron en
primer lugar. Si se habla de terminación del arrastre, este sería el
momento de abandonar y borrar a esos malos aspirantes.
Hay que acabar con la
complacencia para figuras que se creen acrisoladas, no quieren salir a coger
grajo en la campaña política, pero si buscan los cargos. Lo negativo es que en
los partidos siempre hay cabezas superiores que llevan a estas sanguijuelas a
los actos electivos.
Las elecciones nacionales se
ganan con el voto popular. Nadie que no salga a trabajar barrio por barrio y
paraje rural por paraje, podrá ganarla. Los partidos, unidos o divididos, influyen
en la estrategia de buscar los votos, pero es en la calle que se ganan y
pierden los comicios.
Hay otro recurso, pero ya está
superado en el país, y es el viejo fraude electoral. Cuando se hacía
fraude poco importaba quien ganara o perdiera, porque los jueces estaban
parcializados y proclamaban a un perdedor como ganador. Con los avances de la
sociedad política dominicana el fraude electoral debe ser un
experimento sepultado. Los dominicanos no aceptarían una
manipulación de los comicios. Las elecciones tienen que ser libres y
democráticas. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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