Por
Narciso Isa Conde
Opinión |
El gran abanico no
peledeísta está convencido de que ese partido ha montado una dictadura
constitucional y los dirigentes del PLD, si bien no la admiten, la ejercen
todos los días. Sin embargo, gran parte de la oposición se la pasan hablando de
la “democracia dominicana” y actuando como si ésta existiera.
La Constitución del
2010 es madre y padre de la dictadura constitucional y gran parte de los
partidos que dicen objetar el régimen no la impugnan, la aceptan y la elogian.
La JCE y el TSE son
instrumentos de esta dictadura constitucional y sirven a su continuidad. Sin
embargo, la oposición electoral, en lugar de luchar por cambiar la composición
de esos organismos, los acepta y recurre a ellos.
La cúpula del PLD evoca más que antes a Juan
Bosch mientras trapea el piso con su legado político y moral, haciendo cada día
lo contrario a lo que su líder fundador enarboló y practicó.
A una cruzada recién anunciada para imponer la
continuidad de la podredumbre se le ha denominado “cruzada ética”. Ella se
inspira en la impunidad de la voluminosa
corrupción de ayer y de hoy, e incluye ingentes esfuerzos para atraer al prócer
de la moralidad Amable Aristy Castro.
Danilo subió
diferenciándose aparentemente de Leonel y ahora quiere continuar abrazado a él
y pareciéndose a él, con manitas limpias y todo eso. Mientras Danilo imita
mucho a Balaguer, el PRSC se le va con Abinader.
El PRM se salió del
PRD “para ser distinto” y cada día se
parece más a él. Se dice moderno y se une al PRSC, sigue en su modernidad con “Papa”
y los “viejos robles” en primera fila y con los repartos de candidaturas al
pecho.
EL PRSC proclama su
aversión al “capitalismo salvaje” y Quique se pasó vía spots a la oposición
revolucionaria después de 50 años de disfrute en gobiernos nefastos.
Los Vinchos, luego
de 20 años de matrimonio con el PLD, truenan contra Danilo, besan a Leonel y
descubren todo lo que está mal.
La JCE inauguró una
campaña que tiene más de tres años de iniciada.
El petróleo baja y
los combustibles suben. Los supermercados y colmados aterran, y no hay
inflación. Un Estado en descomposición, con no pocos gatos y buitres en su
seno, se dispone a combatir el “sika” en
medio de un país abarrotado de basura.
No son absurdos,
sino vagabunderías, sinvergüencerías, por pi-pa.
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