Fidel Castro |
En la historia del
mundo, el más alto nivel de gloria política que podía alcanzar un
revolucionario correspondió al ilustre combatiente venezolano y Libertador de
América, Simón Bolívar, cuyo nombre no pertenece ya solo a ese hermano país,
sino a todos los pueblos de América Latina.
Otro oficial venezolano
de pura estirpe, Hugo Chávez, lo comprendió, admiró y luchó por sus ideas hasta
el último minuto de su vida. Desde niño, cuando asistía a la escuela primaria,
en la patria donde los herederos pobres de Bolívar tenían también que trabajar
para ayudar al sustento familiar, desarrolló el espíritu en que se forjó el
Libertador de América.
Los millones de niños y
jóvenes que hoy asisten a la mayor y más moderna cadena de escuelas públicas en
el mundo son los de Venezuela. Otro tanto puede decirse de su red de centros de
asistencia médica y atención a la salud de un pueblo valiente, pero empobrecido
a causa de siglos de saqueo por parte de la metrópoli española, y más tarde por
las grandes transnacionales que extrajeron de sus entrañas, durante más de cien
años, lo mejor del inmenso caudal de petróleo con que la naturaleza dotó a ese
país.
La historia debe dejar
también constancia de que los trabajadores existen y son los que hacen posible
el disfrute de los alimentos más nutritivos, las medicinas, la educación, la
seguridad, la vivienda y la solidaridad del mundo. Pueden también, si lo
desean, preguntarle a la oligarquía: ¿saben todo eso?
Los revolucionarios
cubanos —a pocas millas de Estados Unidos, que siempre soñó con apoderarse de
Cuba para convertirla en un híbrido de casino con prostíbulo, como modo de vida
para los hijos de José Martí— no renunciarán jamás a su plena independencia y
al respeto total de su dignidad. Estoy seguro de que solo con la paz para todos
los pueblos de la Tierra y el derecho a convertir en propiedad común los
recursos naturales del planeta, así como las ciencias y tecnologías creadas por
el ser humano para beneficio de todos sus habitantes, se podrá preservar la
vida humana en la Tierra. Si la humanidad prosigue su camino por los senderos
de la explotación y continúa el saqueo de sus recursos por las transnacionales
y los bancos imperialistas, los representantes de los Estados que se reunieron
en París, sacarán las conclusiones pertinentes.
La seguridad no existe
hoy ya para nadie. Son nueve los Estados que cuentan con armas nucleares, uno
de ellos, Estados Unidos, lanzó dos bombas que mataron a cientos de miles de
personas en solo tres días, y causaron daños físicos y psíquicos a millones de
personas indefensas.
La República Popular
China y Rusia conocen mucho mejor que Estados Unidos los problemas del mundo,
porque tuvieron que soportar las terribles guerras que les impuso el egoísmo
ciego del fascismo. No albergo dudas que por su tradición histórica y su propia
experiencia revolucionaria harán el máximo esfuerzo por evitar una guerra y
contribuir al desarrollo pacífico de Venezuela, América Latina, Asia y África.
Fraternalmente,
Fidel Castro Ruz
Diciembre 10 de 2015
6 y 42 p.m.
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