Politica, economía

viernes, noviembre 27, 2015

El embajador EEUU

Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol
Opinión
El embajador norteamericano peca de ser un injerencista. No respeta el derecho soberano de los países. No tolera que los problemas nacionales, únicamente tienen que ser tratados y solucionados  por los nativos de la República Dominicana. Hace gala de ser un prepotente, representante de una gran potencia.

No le toca al embajador de los Estados Unidos ser quien llame la atención a los dominicanos por sus desafueros. Hay corrupción, a todos los niveles en la República Domninicana, tanto pública como privada, pero hacer denuncias y buscar correctivos, no es competencia ni responsabilidad  de algunos diplomáticos.

Muchos dominicanos han perdido el decoro y la fuerza moral, y al parecer nadie se atreve a pararse en un foro donde el embajador de los Estados Unidos desvaría contra el país y sus instituciones.

Desde siempre los embajadores norteamericanos han visto a dominicana como un simple país bananero del tercer mundo, donde es posible comprar conciencias y atar el brazo de la ley, con la simple exhibición de un puñado de dólares.

Lamentablemente muchas de las denuncias hechas por el embajador Norteamericano son ciertas. Doloroso es que los dominicanos seamos indiferentes a estos males, y solo nos preocupemos cuando una personalidad extranjera los trae sobre el tapete.

Hay que salvar al país de la corrupción que se adueña tanto de la vida pública como privada. Si no se hace un alto en el camino iremos directo al despeñadero, al abismo y allí con nuestras instituciones en el   fango, desapareceríamos como un conglomerado social.

Pero no es a un enviado extranjero que le corresponde hacer esos señalamientos críticos, que son prerrogativa de los dominicanos. Nadie puede imponer normas de vida a una nación libre y soberana. Al parecer al diplomático se le olvidó que ya no estamos viviendo en la era de las colonias, y que los pueblos pequeños, pobres, del tercer mundo, han ido ganando terreno gracias a su sacrificio, a su lucha y a emprender nuevos caminos dentro del mayor albedrío.

Pero no sólo se trata de corrupción,  el señor embajador también quiere que los dominicanos entreguemos nuestra nacionalidad a los haitianos, de modo gracioso e injustificable.

Hay que controlar la migración ilegal haitiana, aunque ello no sea del agrado de este proconsul de nuevo accionar. Un pais libre no puede enajenar su territorio porque se lo estén exigiendo los  países desarrollados.

Nuestra libertad nos costó  grandes sacrificios en sangre y vidas. La defendemos a como de lugar. Somos amigos del pueblo de los Estados Unidos, pero rechazamos la injerencia descarada en los problemas dominicanos del embajador de los Estados Unidos.

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