A Pleno Sol
Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
Hay que tener
cuidado con los vientos de reforma policial. Hay una moda de la Sociedad Civil
y de sectores complacientes de reformar todo, sin importar las consecuencias.
Muchas de las reformas hechas últimamente han terminado en desastres, pero sus
propulsores siguen en pie deseando hacer otras travesuras.
Cuando se habla de
reformar por ley a la Policía Nacional, necesariamente no estamos de acuerdo.
La Policía necesita más orden, más disciplina, más apego a sus disposiciones y
reglamentos internos, más respeto a los ciudadanos y mejor percepción del
derecho a la vida.
Todo eso está consagrado
en los reglamentos actuales que rigen a la Policía Nacional. Nuevas reformas de
articulados no van a traer nada nuevo. Los policías que ensucian el uniforme
harán lo mismo con las nuevas leyes. Hay un problema de responsabilidad y de
castigo.
El actual jefe de
la Policía ha dicho en varias ocasiones que no tiene ni amigos ni enemigos en
la institución, y que espera que cada agente u oficial cumpla con sus
obligaciones. Ese debe ser el camino a seguir. El que no cumpla con los
reglamentos, la justicia y la Constitución no puede pertenecer a la policía.
Soy partidario de
una modernización de la Policía Nacional. Que mantenga su actual rol de ser
auxiliar de la justicia. La policía está llena de disposiciones que en muchas
ocasiones no se cumplen. Es volver a la aplicación de la disciplina y los
reglamentos.
Creo que es
necesaria y urgente la creación de una policía interna, que no dependa de la
jefatura o del consejo policial. Esa policía interna debe estar en manos de la
Procuraduría General de la República, ser un ente de ley, y su misión sería
revisar la conducta de los agentes que se vean envueltos en cualquier hecho,
desde acusaciones de corrupción hasta la muerte de un ciudadano.
Una acusación no
es culpabilidad. A una persona se le puede acusar, se le puede investigar y ser
inocente. Lo que tiene que haber es el mecanismo donde se permita realizar una
investigación limpia y objetiva, para esclarecer los hechos.
Hay que respetar
los niveles de ascenso en la policía. Que un sargento no pase diez años para
conseguir el rango superior, lo mismo que un oficial. Si tienen méritos, deben
ser ascendidos de acuerdo con los reglamentos.
La casi totalidad
de los Policías vienen del corazón del pueblo, se montan en guaguas, en las
calles de patrulla no tienen que comer, si salen de esa institución no tienen
facilidades de conseguir otro empleo, son tan marginados, a pesar del poder que
tienen, como cualquier otro dominicano.
Es momento de
modernización, no de lanzar nuevas reformas que no conducen a ningún lado.
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