Antonio Gómez, (Opinión) |
En un primer
artículo “Último pulmón del Cibao
Central, Loma Miranda 1/3” quisimos referirnos a Loma Miranda por su
importancia y valor ecológico. Ahora, después de que el Poder Ejecutivo
observara y devolviera al Senado la Ley que pretendía salvar del saqueo y la
avaricia del capital internacional a Loma Miranda, convirtiéndola en Parque
Nacional, tenemos que referirnos a lo que es ya su muerte anunciada porque
cualquier gobierno podrá encontrar motivos o argucias más o menos legales para
que la empresa interesada en ese ecocidio, lo consiga.
Loma Miranda
no tiene oro, pero vale más que el oro. Tiene hierro y níquel, además de cromo,
un metal altamente contaminante. Pero esta loma es sobre todo una mina de agua,
una zona de enorme riqueza hídrica. Una montaña puede sobrevivir sin oro o sin
hierro pero no sin agua, que es lo que mantiene viva la montaña y al conjunto
del ecosistema que la rodean.
Se sabe que
la extracción a cielo abierto es un proceso irreversible que una vez puesto en
marcha nada se puede hacer para recomponer el sistema y reparar las heridas
causadas, por más paliativos que se prometan. El principal daño de esta técnica
lo producen las sales minerales que desprenden las rocas al ser lavadas y el
sedimento que arrastran por lo que no sólo se le roba a la montaña el agua sino
que además se la contamina.
Esta técnica
erosiona el suelo, rompe, ciega y desvía los canales naturales de distribución
del agua del subsuelo que afectará a decenas de poblados y ciudades que
dependen de las aguas de Loma Miranda como fuente segura de agua potable y
pondrán en peligro la producción agroalimentaria de la zona. Una vez abierta en
canal la montaña no es suficiente con aplanar el suelo y colocarle encima una
lámina verde ya que se remueve y elimina la cubierta boscosa, dejando sin su
manto superficial las faldas de la montaña. Ya no se trata sólo de la
eliminación de especies valiosas de la extraordinariamente rica biodiversidad
florística de esta montaña, sino que se desnuda la montaña conduciéndola
inevitablemente a un proceso de desertificación.
Otro impacto
derivado de esta técnica es la fragmentación y destrucción del hábitat de la
fauna de la zona, este es otro gran crimen de la minería a cielo abierto,
dentro o fuera del bosque nublado pues aísla, separa, perturba y arruina el
espacio de la vida silvestre, la casa de cientos de seres que habitan en el
suelo, en el tronco o tallo de los árboles, en las ramas, la copa y el follaje
de las plantas donde construyen sus nidos, hacen vida social y se reproducen.
Y tampoco
podemos pasar por alto la destrucción del paisaje. La minería practicada de
esta forma, rompe violentamente con el relieve, hace plana la topografía
escarpada y hasta puede hacer desaparecer por completo toda una montaña. Con el
agravante de que Loma Miranda queda a la orilla de la principal arteria vial
del país, la autopista Duarte.
Se hace
difícil entender las razones esgrimidas por el Sr. Presidente de la República
para devolver al Senado la Ley que convertiría Loma Miranda en Parque Nacional
en contra de tantas voces cualificadas como las comisiones de Medio Ambiente y
Recursos Naturales del Congreso Nacional, la Academia de Ciencias de la
República Dominicana, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, representantes
de la Iglesia Católica (como el obispo de La Vega), de distintas organizaciones
sociales y de líderes políticos, incluido mi amigo y senador del propio partido
de gobierno el Ing. Euclides Sánchez, en contra de las recomendaciones del PNUD
y sobre todo en contra del clamor popular que la exigía para salvaguardar a la
loma de la rapiña de la empresa que la pretende y a otros sectores del gobierno
que solo ven la explotación a cambio de un beneficio puramente económico.
Loma Miranda
es una mina de agua y es la principal razón por la que no debería ser
negociada, por lo que queremos unirnos a todas esas voces de grupos
comunitarios y comisiones que siguen reclamando ser escuchados y diciendo NO a
la explotación de esta loma y pidiendo que sea protegida aún después de la
decisión presidencial.
En su
discurso para motivar la devolución al Senado de la Ley el Presidente Danilo
Medina a través de su vocero expresó: “Le garantizo a todo el pueblo dominicano
que bajo mi presidencia no se autorizará ninguna explotación minera en Loma
Miranda ni en ningún otro lugar del territorio nacional sin que se cumpla de
manera estricta con los requerimientos de un aprovechamiento
medioambientalmente sostenible”.
Puede ser
que él no lo haga, pero la puerta ha quedado abierta. Después de la decisión
presidencial, Loma Miranda es casi con seguridad ya Loma Muerta, pero su
destrucción debería ser considerada un gravísimo crimen ecológico al cual NOS
oponemos rotundamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario