Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
(Opinión) |
La economía dominicana puede ser progresista y estabilizada,
pero le falta el sentido de la participación. Los números en frío de las
organizaciones fiduciarias siempre ven los aumentos paulatinos, pero en pocas
ocasiones los estancamientos.
Por consiguiente, lo que necesita el proceso
económico nacional es dejar a un lado a los intelectuales de las finanzas, y
darse un golpe de pulpero, con el lápiz detrás de la oreja.
El primer semestre de este año ha sido
de un avance económico, mínimo, pero avance al fin y al cabo. Dentro del
concierto general que se está viviendo en el país, ese avance indica que hay
aires positivos.
La supra-economía ha estado creciendo, y
las grandes empresas han obtenido ganancias buenas. Fue por especulación del
momento que subió la prima del dólar, la cual hoy está bajo control.
Nadie puede negar que se a sostenido un
crecimiento económico en el
país, pero la otra realidad, es que detrás de un reajuste económico, hay
mayores grados de miseria.
El aumento de la supra-economía no
determina que se de un desarrollo económico y social de todas las capas
sociales. Por el contrario, la evolución económica es desigual, y se mueve de
acuerdo con grados de distribución.
La riqueza del desarrollo nacional en
pocas ocasiones se deja
sentir en las grandes mayorías. A mayor desarrollo, se da más especulación y
agiotismo con los precios de la comida básica.
Un buen banquero, para conocer como está
el mercado, debe ir a una mesa de venta de empanadillas, de queso con salchichón, y ver el flujo
de los que adquieren el producto.
El balance económico tiene que poner en
el mismo embudo, para mezclar
resultados, al graduado de Harvard, con todos sus conocimientos técnicos, y al
vendedor de un colmado, camisa sin manga, con el lápiz, para apuntar los fiaos,
sobre la oreja derecha.
La reacción del pueblo a los aumentos de
los precios de los productos de primera necesidad, y los desniveles económicos,
lo da ese semi-analfabeto de sandalia, que dice al filo de la mañana, “ya no se
vende diez de salchichón, sino quince, porque esto subió”.
Hay mejoría de la economía, pero la
comida sube. Dos caras de
una misma moneda.
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