El lastre de las ayudas
Por: Manuel Hernández Villeta/
Las ayudas sociales y las subvenciones constituyen renglones que tendrán que ser revisados de cara al nuevo presupuesto. Luce casi imposible que el Gobierno pueda mantener los programas de asistencia social en los venideros doce meses.
En el mejor de los casos se tendrán que hacer revisiones profundas sobre la asistencia que se ofrece a los sectores más desposeídos de la población. Tiene que ser compaginada de acuerdo con la realidad económica del país.
Somos partidarios de que se mantenga la asistencia a los más
necesitados, y sobre todo tomando en cuenta que la economía informal está
sufriendo un rudo golpe. Se le hace difícil la subsistencia a los grupos
marginales de la sociedad.
Pero para ser realista, un presupuesto con déficits no puede estar
albergando asistencias que caen en el paternalismo, y que ofrecen comida por un
par de días, ayudando también a crear el parasitismo social.
El programa de asistencia humanitaria del Gobierno tiene que ser
revaluado en enero, de cara al nuevo presupuesto. Mantenerlo es necesario, pero
ello no quita que se vean las serias implicaciones que tiene esa carga para la
economía nacional.
Eso sí, rechazamos de plano las recomendaciones de los
organismos internacionales que son partidarios de que se suspendan todas las
ayudas sociales y las subvenciones. En un país de grandes desigualdades
económicas ello no es posible.
Aquí casi todo está subvencionado. La electricidad, el agua, el
transporte, los combustibles. Eliminar esas subvencione sería aumentar el
proceso de inflación, ya de por si catapultado por el agiotismo y la usura.
En este sentido el Gobierno debe hilar muy fino, tiene que
adecuar su presupuesto a la realidad y ver como mantiene la
asistencia social a los más desamparados. Se dirá que es preferible ayuda
colectiva en programas hospitalarios, escuelas y otros.
En el papel sí, pero la asistencia social en la República
Dominicana se interpreta como la entrega por persona de fundas de alimentos y
una tarjeta para que compren lo que les hace falta. Una modalidad del
clientelismo político que algún día deberá ser eliminada, pero que ahora
se debe mantener.
No hay contradicciones entre ver lo negativo de la
asistencia dadiva social, y la necesidad de ir eliminándola
paulatinamente. Es un lastre producto de las fracturas sociales y mientras se
mantenga la injusta distribución de las riquezas, es obligatorio
tender la mano al excluido. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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