Los impuestos congelados
Por Manuel Hernández Villeta/
Hay dos temas que tienen que ser intocables mientras dure la situación de emergencia: eliminar los subsidios y crear nuevos impuestos. El presidente, Luis Abinader dio una demostración de cordura y de escuchar al pueblo cuando dejó a un lado la línea impositiva.
Si bien el gobierno se encuentra con las manos atadas por una baja recaudación de impuestos, es una locura proceder a crear nuevos impuestos, en medio de una pandemia que obliga a que todo se encuentre en la línea de la emergencia.
No se descarta que el próximo
año se haga una reforma fiscal, que haya un nuevo pacto energético y que se
eliminen los subsidios. La República Dominicana ha tomado muchos préstamos
internacionales y se tendrá que someter a la cartilla de los organismos
internacionales de control económico.
Los dos principales, el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo
recomiendan para todos los países sub-desarrollados la eliminación de los
subsidios. No toman en cuenta que en base a esos incentivos es que se mantienen
precios bajos en los renglones de comida, medicina y servicios.
Con un crecimiento desigual
de las riquezas no hay ambiente para aplicar la mocha a donde se quiere
proteger a los más desamparados de la población. Los tecnócratas
internacionales y los locales siempre actúan de acuerdo a sus necesidades, sin
tomar en cuenta al pueblo.
En el país hay espacio para
la concertación. Escuchar a todos los sectores, buscar soluciones que sean
viables y aceptables para todos. Esto implican que hay grupos que se van a
tener que sacrificar, que bajar la cabeza. No será posible satisfacer
totalmente a los ricos, pero tampoco a los pobres.
Antes de tomar medidas de
corte, se tiene que tener la seguridad de que la pandemia está controlada, y
posteriormente que la maquinaria productiva está en marcha. Para eso
pasará mucho tiempo y resultados aceptables se podrían comenzar a ver a
mediados del año venidero.
Es positivo que el presidente,
Abinader escuche las peticiones y necesidades del pueblo, del gran pueblo, de
los que solo tienen la comida diaria. Con los nuevos impuestos ellos serían los
más perjudicados. Los grandes empresarios pagan impuestos de sus ganancias,
pero los pobres tienen que solventarlos en base a pasar más hambre. Que
se mantenga la política del consenso y el diálogo. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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