Por Manuel Hernández Villeta/ A
Pleno Sol
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Opinión |
Puede haber avance económico en la supra-estructura, pero son millones los que se van quedando en la miseria y la indigencia mental, y lo que es más preocupante, pierden la fe en el futuro. Cierran el camino de lucha, para rumiar sus desesperanzas. Es hora de que surja de nuevo el concepto de que el futuro comienza hoy.
El momento es propicio para dar
el puñetazo en la mesa y recordar a quien debe ser la llama que alumbre nuestro
camino. Está vivo. No es de bronce, ni un motivo para esos discursos
vacíos, para justificar un día de fiesta.
Fue un idealista, en medio de la
barbarie. Sentó las bases de lo que es un pueblo que ha luchado por ser libre e
independiente. Lo ofreció todo, hasta su vida, para poder forjar la República
Dominicana. Hoy es un olvidado, una pieza de museo, una estatua rodeada de
malezas.
Tenemos que rescatar la memoria
de Juan Pablo Duarte, si queremos avanzar hacia el futuro con pie firme. El
pueblo dominicano ha sido víctima a lo largo de la historia de las
intervenciones extranjeras, de los gobiernos dictatoriales, de la opresión, de
la corrupción, del crimen político, pero siempre ha podido salir adelante.
Lo decía el patricio, antes de
ser esclavos de una potencia extranjera, es mejor que se hunda la isla. Fundó a
la República Dominicana sin esgrimir el sable, pero si blandiendo la idea. A
pesar de su largo destierro, de su tiempo desconocido en Venezuela, sembró la
semilla de la libertad que nunca ha perecido.
Cuando se cumplen 207 años del
nacimiento de Juan Pablo Duarte hay que ir a sus ideas, hay que tenerlo como un
héroe ideal para las nuevas generaciones. Duarte no puede ser visto en pasado,
porque su ideario es una punta de lanza para luchar contra los desafueros
y las injusticias.
No es ir de rodillas al
Altar de la Patria, es conocer sus ideas, es ver que en medio de la
intervención militar haitiana, difundió la idea de que la lucha tenía que ser
por una república libre e independiente de cualquier potencia extranjera.
Para hacer frente a las
injusticias, al camino cerrado al progreso, se necesita un héroe que esté
presente. Duarte es el ideal. Murió en carne y hueso, pero por siempre están
presentes sus palabras, sus acciones, su honradez, su voz que busca imponerse
al poderoso de turno.
El mundo de hoy necesita concertación,
consenso, buscar soluciones a los problemas en base al diálogo y a la
hermandad. La unidad nacional es necesaria para lograr avanzar en la tarea de
un mayor desarrollo económico y humano para el país. Meditemos y actuemos.
¡Ay!, se me acabó la tinta.
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