Modificaciones al Código de Trabajo
Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
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Opinión |
Hacer cambios a la
carrera y sin ser necesarios al Código de Trabajo se puede interpretar de una
acción criminal. Es como si se diera un golpe en la nuca al proletariado
nacional. Los empresarios, la patronal, presentan nueva
demostración de que sólo les interesa su dinero.
Lejos estamos en la
República Dominicana del establecimiento de un capitalismo de rostro humano.
Por el contrario, muchos empresarios el retrato que guardan es de ese
inversionista gruñón, y que fuera de sus recursos se le importa todo.
En la buena
convivencia pacífica hace falta que los que más tienen, no aprieten la soga en
el cuello del proletariado. El caos nace de la opresión, y eso deben saberlo
los empresarios. Ningún capital está seguro y se puede reproducir donde la
anarquía sea la forma de subsistir.
El Código de Trabajo
tiene limitaciones y de hecho favorece más a los patronos que a los
trabajadores. Está cojo de un lado, y aun así hay que defenderlo. Con todas sus
fallas, es inaceptable que ahora se le haga una modificación de sastrería, para
favorecer a algunos patronos.
Con el surgimiento
de la industria del servicio y las grandes plazas comerciales, el sector
privado se solidifica como el principal empleador del país. Sin embargo,
rechaza un salario mínimo justo para sus empleados.
La modificación al
Código de Trabajo tiene como uno de sus objetivos básicos eliminar el subsidio
por despido. También reducir las vacaciones a las parturientas y trata de
refilón el caso de las pensiones. A tiempo, el voraz empresario dominicano debe
ir donde un buen maquillista para que le ponga un rostro humano.
A pesar de todo, el
obrero dominicano está prácticamente solo. Las centrales sindicales han ido
perdiendo fuerzas en los últimos años. Han caído en el economicismo, tal vez
producto de esa lucha frontal que sostuvieron con el doctor Joaquín Balaguer y
sus gobiernos.
Las centrales
sindicales rudamente golpeadas no se pudieron recuperar. Unas se esfumaron y
las otras tomaron caminos conservadores, aunque es de destacar que lucharon
hasta ser derrotadas en lo que se refiere al reajuste de salarios.
Tiene que darse la
unidad obrero-sindical. Asimismo, en muchas ocasiones hay un divorcio entre el
movimiento obrero organizado, y los simples asalariados. Las centrales
sindicales deben ahora hablar claro, y tener una gran capacidad de combate.
Tengo fe que serán
derrotadas las aspiraciones a una modificación del Código de Trabajo,
para adecuarlo a los intereses patronales. Ese movimiento sería peor que el
llamado Código Trujillo del Trabajo, que fue malo porque nació en la
dictadura de los 32 años, pero que era uno de los más progresistas del
continente.
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