La hora del perdón
Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
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Opinión |
La Organización de Estados Americanos fue
una sombra dentro del grosero proceso de la intervención militar norteamericana
de 1965. Una entelequia institucional, que actuaba y actúa sin independencia de
criterios, y únicamente siguió el dictado del gobierno norteamericano de
entonces.
La intervención de los Estados Unidos en
la República Dominicana fue para cercenar el surgimiento de un gobierno
democrático, o el seguimiento a la etapa constitucional que encabezó el
profesor Juan Bosch que había caído fruto de un Golpe de Estado en
1963.
La revolución de Abril del 65 fue la
respuesta política y militar del pueblo en armas, a la destrucción de
sus deseos de libertad, al pisoteo de su dignidad, y haber hecho jirones su
Constitución. Los comandos derrotaron a los segmentos militares golpistas, y
por consiguiente tambaleó el predominio de los Estados Unidos sobre nuestro
país.
En ese momento el presidente Johnson
decide intervenir en la República Dominicana con 42 mil marines. Fue una acción
de la entera responsabilidad de los Estados Unidos y, desde luego, los
dominicanos que la apoyaron tienen sus culpas, por antipatriotas, pero con la
adhesión de ellos, o con su rechazo, los paracaidistas norteamericanos
tenían marcado su destino.
Esa intervención militar necesitaba un
parapeto donde tratar de justificar conductas sucias, y se acudió a la OEA para
que diera nombre a una alegada Fuerza Interamericana de Paz, cuya acción
principal era sacar de la responsabilidad a los norteamericanos en
la acción de violar la soberanía de un pueblo.
La culpa de la OEA existe, pero
se trata de una organización movida por los intereses norteamericanos, sin voz
y sin acciones propias. Ayer y hoy, la OEA no tiene independencia para tomar
decisiones que puedan ocasionar un golpe de Estado o una intervención. Sólo
juegan el papel sucio de tratar de limpiar conciencias putrefactas.
La OEA no tiene que disculparse con los
dominicanos. Su accionar ha sido de espaldas a los principales
intereses de los pueblos latinoamericanos, por lo que sencillamente se alineo
junto a sus amos. Quienes nos deben pedir disculpa son los norteamericanos.
Fueron los soldados norteamericanos los
que invadieron a la República Dominicana. Fueron esos soldados los que
tendieron un cordón de seguridad para permitir que tropas a la desbandada
cobraran nuevas fuerzas y sirvieran de punta de lanza en la terrible Operación
Limpieza.
Si alguien debe pedir perdón a los
dominicanos es el gobierno de los Estados Unidos por enviar a 42 mil marines en
el año 1965 a cercenar nuestros deseos y esperanzas de libertad. La OEA, no
pasa de ser un simple peón en el juego de ajedrez de las grandes potencias.
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