Democracia perdida
Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
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Opinión |
La democracia dominicana es un árbol que
nació torcido y su desarrollo ha sido sumamente lento. Hemos vivido bajo el
signo de la dictadura y la opresión prácticamente desde el nacimiento de la
República.
Democracia no es más que un lema
publicitario para la mayoría de los dominicanos que carecen de facilidades para
recibir atención médica, sus hijos y ellos mismos no pueden alcanzar una
educación rudimentaria, tienen cerradas las puertas del empleo y sus derechos
humanos son violados por cualquier cacique o prepotente.
Para que nazca la democracia en la
República Dominicana, y sea más que el tema de una peña de bebedores de café y
teóricos de libros de texto, es necesario que haya equitativa distribución
económica, y que ese segmento mayoritario del pueblo olvidado y menospreciado
por centurias, tenga voz y acción.
Hay que fortalecer lo que podemos tener
como una democracia a lo dominicana, llena de imperfecciones, coqueteando
siempre con poderes fáticos y siendo punta de lanza de sectores que no creen en
ella, pero que venden la falsa imagen de defensores de los derechos
fundamentales del pueblo.
El pueblo llano tiene la esperanza de que
llegue la democracia a través de las elecciones generales que se celebran cada
cuatro años. Así debe ser, es el mejor camino, porque en él es
posible que llegue al poder el que obtenga mayor cantidad de votos.
Otros caminos para dirimir situaciones
de poder conllevan la violencia, el desconocimiento de los derechos de
segmentos de clase, y sobre todo, que se imponga el que tenga la muñeca más
firme.
Trujillo fue un hombre puño de hierro que
vendió la idea de la paz y la tranquilidad a una República sometida y hastiada
de las guerras de generales regionales de charreteras de hoja de
lata, que tumbaban y proclamaban presidente de acuerdo a como iniciaban el día,
de buen o de mal humor.
Todavía no comenzamos a echar las zapatas
básicas de lo que debe ser la democracia dominicana. Todos la violan. Los
empresarios en estos días hablan de la importancia de conservar los valores democráticos,
pero muchos de ellos atizan el fuego de los rencores, con su política de
exclusión.
Cuando se celebra un nuevo aniversario de
la caída de la dictadura de Trujillo, todavía la democracia es un
anhelo lejano y en nebuloso dentro de las esperanzas de los dominicanos.
Sigamos luchando por un mundo mejor.
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