Las verdades del embajador de EEUU
Neo Carmona
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Opinión |
Su disertación ante los empresarios no debía suponer algo fuera de lo normal. Mucho menos debía llegar al extremo de ser calificada de injerencia y menos aun como un atentado a una soberanía a la que solo se apela a conveniencia y que hace años está postrada ante los grandes préstamos de organismos internacionales que solo sirven para financiar, más que todo, el enriquecimiento ilícito de unos cuantos y la corrupción que magistralmente definió el embajador como un cáncer presente en todos los estamentos del estado dominicano.
Sin
embargo, el señor embajador hirió todas las fibras de un nacionalismo de
pacotilla al abordar pública y responsablemente, además del tema de la
corrupción, la desigualdad y discriminación que sufren las mujeres y las
minorías como la comunidad LGBT, los discapacitados y personas que viven con
VIH/SIDA, así como el derecho que deben tener garantizado todos los dominicanos
de ascendencia haitiana a tener un nombre y una patria, una identidad, a
existir y ser ante la ley y el estado igual que sus demás compatriotas de
ascendencia estadounidense o europea.
Siendo
directo y preciso pero sobre todo responsable, Wally Brewster jugó un rol, es
cierto, más allá del que le corresponde como encargado de defender los intereses
de su gobierno y de sus ciudadanos en la República Dominicana en tanto al
denunciar estos males y llamar la atención del sector empresarial sobre como
estos afectan a la nación y nuestra competitividad hace una defensa directa a
favor de los mejores intereses de todos los dominicanos. Y esto último no le
corresponde al señor embajador sino a cada uno nosotros los dominicanos.
El
argumento de que con sus planteamientos Brewster se inmiscuye en asuntos
internos que no le competen a su país es tan absurdo como deprimente y ha sido
el estandarte de los “nacionalistas” sin que ninguno haya podido negar que el
embajador tiene toda la razón.
Olvidan
que siendo Estado Unidos un socio comercial tan importante para nuestra
economía, con tantas inversiones en el país y un gran colaborador de recursos
económicos y humanos en importantes áreas de interés nacional tiene aun más
razón el representante del coloso del norte en opinar y abogar en pro de que se
tomen las medidas tanto a favor de los intereses comunes de ambos socios como
en favor de todo el país en sentido general.
La
sugerencia de Wally Brewster de que quienes le critican, lo acusan de
injerencia y lo descalifican para opinar sobre ciertos temas exclusivamente de
dominicanos de “que vayan a la embajada y nos devuelvan la visa” constituye una
bofetada a la doble moral de esos nacionalistas de papel, de nuevo y viejo
cuño.
Dándoles
el beneficio de la duda, la supuesta injerencia del embajador James “Wally”
Brewster nos ha hecho menos daño, si es que no nos ha hecho alguno, que la
profundidad de los males denunciados por este.
Callar
sobre estos y no hacer nada para enfrentarlos y corregirlos, resulta aun peor.
De ahí la importancia de asumir objetivamente el excelente discurso del máximo
representante de Washington en esta media isla.
A fin
de cuentas:
"¿De
los que estamos aquí a quién le han pedido un soborno?, ¿quiénes entre nosotros
conoce a alguien que haya recibido un contrato sin haber agotado el proceso
debido de licitación? y ¿cuáles de nosotros conoce a un político que haya
sustraído fondos públicos?"
"¿quiénes
aquí conocen a algún juez que haya recibido un soborno para soltar a algún
preso antes de tiempo? y ¿qué hemos hecho al respecto?".
"No
basta con quejarse. Tenemos que hacer más que eso".
Ya Brewster
hizo su parte. Lo demás corre por cuenta nuestra.
El
autor de estudiante y servidor universitario
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