A los cañeros los quieren vencer por cansancio

Por: Genris García 

Lucha de los cañeros por su pensión 
SANTO DOMINGO.- A los ex trabajadores del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) parece que quieren vencerlos por cansancio en sus reclamos de la pensión por la que dieron los mejores años de sus vidas.

Es como si les estuvieran amargando la vida en los pocos años que le quedan, luego de trabajar en la industria del dulce que por muchos años sostuvo la economía del país.

Hombres y mujeres agrupados en la Unión de Trabajadores Cañeros de los Bateyes se aglutinan todos los días, desde hace varias semanas bajo las inclemencias del tiempo, con un sol tan candente que derrite las esperanzas de la pensión que no llega y otros días, la lluvia que arrastran sus sueños por los contenes de las vías que llevan al Palacio Nacional.
Son seres humanos con más de 50 años de trabajo en los campos agrícolas en el corte y tiro de la caña de azúcar que, desde distintas comunidades del Gran Santo Domingo y algunas provincias se ubican de lunes a viernes en la explanada del edificio de Oficinas Gubernamentales “Profesor Juan Bosch”, justo detrás del Palacio Nacional para hacer oír sus voces ante funcionarios que parecen sordos.
A sus espaldas, reposa un busto del líder y guía del Partido de gobierno, Juan Bosch, a quien, sin explicación, mantiene cubierto con un lienzo, como para que no vea las injusticias cometidas contra los trabajadores a los que él tanto defendió.
Ellos tampoco parece que leen las múltiples comunicaciones entregadas en la recepción del Palacio Nacional dirigida al presidente Danilo Medina, en la que hacen constar de sus pedidos de que el mandatario emita un decreto especial con sus pensiones.
Algunos ya no tienen fuerzas ni para sostener de pies los cartelones con sus demandas y se dejan caer en la explanada caliente, o bajo la sombra de los frondosos árboles ubicados en la esquina de las avenidas México con Doctor Delgado. Otros han recurrido a las sombrillas para apaciguar el sol, confiados en que aquellos que están al frente en oficinas climatizadas un día vendrán con la buena nueva de sus pensiones.
Muchos vinieron de Haití al final de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo o en los primeros años de los fatídicos 12  de Joaquín Balaguer.
Algunos cuentan que llegaron al país cuando todavía eran adolescentes y nunca más volvieron a la tierra que los vio nacer. Aquí formaron familias y enterraron a sus muertos.
-Salomé Tombo llegó al país cuando tenía 12 años, ahora cuenta con 65 y narró que picó caña en la comunidad de Sabana Grande de Boyá, en Monte Plata, para el Ingenio Río Haina hasta botar sangre por la nariz. Él es de los que esperan una pensión de 5 mil miserables pesitos.
Dice que en aquellos tiempos los “guardias” los subían en una carreta para llevarlos a la bodega a comprar lo que iban a comer en el batey o en el campo de caña. Vivían como esclavos en las plantaciones.
-Obria Aniliso, llega todas las mañanas a las inmediaciones de la Casa de Gobierno, desde Mata Mamón, a ella le tocó picar caña, recoger y llenar vagones y carretas del CEA. También cocinar para sus compañeros en los campos agrícolas.
-Yisten Chal tiene 64 años, la mayoría los dejó en el Ingenio Río Haina, y aquí lo encontramos con su carnet, recibos y sobres de pagos para que no vengan a escamotearle lo que se ganó.
- Eduardo Jean tiene casi 90 años y asegura que vino al país en tiempos de Trujillo y confía volver una tarde a Mata Mamón con la noticia de que consiguió su pensión.
- Luis Esfadi, cuenta que llegó en 1959 y el primero de enero de 1960 comenzó a trabajar en el CEA en el Ingenio Santa Fe.
Expresó que tiene cinco años enfermo de todos los males que le dan a los hombres de su edad, y  ya no sabe si llegará a cobrar su pensión.
- Adronu Yan tiene 66 años y vino del norte de Haití en 1969 hasta los bateyes del CEA en San Pedro de Macorís. Entonces tenía 20 años y ya cumplió 68. Ahora vive, si se le puede llamar así, en Guanuma, él como otros tantos no sabe si podrá “disfrutar” de la pensión por la que lleva décadas esperando a pesar de que el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) le hacía los descuentos en cada pago.
Pero no todos los obreros y obreras que hoy reclaman que el Estado Dominicano les devuelva lo que acumularon en sus años de trabajo nacieron de aquel lado del río Masacre.
También sus descendientes fueron obreros del CEA. Entre los reclamantes  hay miles de dominicanos y dominicanas.
Aunque en estos días parece que el cansancio los está venciendo, un jovencito se acercó al reportero de VIGILANTEINFORMATIVO.COM para decirnos, “el miércoles 18 vamos a hacer una gran marcha para hacer valer nuestros derechos”.
En estos días hemos observado como la seguridad joven de agentes contramotines, de la Guardia Presidencial y de inteligencia que envían para vigilarlos los superan en números y fuerzas.

Ellos llegan con sus largas macanas, escudos, cubetas de gases lacrimógenos, gas pimienta, pistolas, escopetas y metralletas para “controlar” a unos pobre viejos degastados por el paso del tiempo que se ubican detrás de una barricada de hierro y malla ciclónica que aleja  sus esperanzas.

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