A Pleno Sol
Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
Hace catorce años el siglo XX finalizó y comenzó la era del progreso y la tecnología.
Recuerdo que esa era la idea que se vendía, cuando se esperaba un apagón
cibernético que nunca se produjo. Llegó el siglo 21 avanzando a pasos lentos,
pero dejando la misma secuela de desgracias colectivas, desesperanzas y eternas
promesas que nunca se cumplen.
A pesar de todo, se han producido cambios y progreso en la vida de los
dominicanos en tan solo catorce años. Hay esperanzas que nunca marchitan, hay
deseos que quedan insatisfechos, pero por delante, hay un amplio camino de
realizaciones que seguir.
Las ideologías se fueron al carajo. Los viejos manuales
marxistas hoy están fuera de exhibición, en las bibliotecas llenas
de polvo de los nostálgicos, escondidos, como un maratonista desesperado,
esperando mejores días.
La historia no llegó al final, como presagiaba un japonés que se quiso
adelantar al tiempo, y hoy está fuera de época. La juventud no vivió una década
perdida, pero si naufragó tratando de alcanzar el cénit, y se quedó en lodo
resbaladizo, moviendo los pies para no retroceder.
Pero ya nadie piensa en los héroes de barba y boina. Los males sistemáticos
son los mismos, pero solo en las cabezas que peinan canas y sueñan en lo que no
fue, tiene eco aquello de las escarpadas montañas de Quisqueya.
No es un siglo de las luces, pero sí de lucha contra el analfabetismo,
contra la ignorancia, contra el no tener conciencia de los cambios que son
necesarios.
Estamos en la era amorfa. A nadie le importa el vecino ni lo que opina. Su
meta es la subsistencia, disfrazada de superación personal. Es la época de las
individualidades, el yo, que desplaza al nosotros, a lo colectivo, a la lucha
sectorial.
Pero a pesar de todos los males, lo único que en el hombre no se puede
callar es su derecho a la verdad, a hablar y expresarse. La venda y la mordaza
son inaceptables en el mundo de hoy. No importa para que usted busca la verdad,
si la encuentra romperá sus ataduras. Lo pudo decir un visionario del siglo 21,
pero ya era uno de los estandartes de un hombre llamado Jesús, que a golpe de sandalias,
látigo y montado sobre un asno cambio el curso de la humanidad.
En tertulias de café, descubro que muchos de los y las izquierdistas ya
en camino del retiro se metieron a cristianos y cristianas. Con su cambio de
ideología prefieren no meterse en el tema del aborto, para no entrar en
polémicas cuando dicen que quieren paz.
Vamos para los quince años de este siglo, que todavía es un adolescente que
no sabe hacia dónde va a enderezar su rumbo, camino de la adultez.
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