VENEZUELA: EL CONTRATAQUE MÁS EFICAZ
![]() |
Narciso Isa Cond (Opinión) |
Es preciso mirar más haya de
la curva y de esta coyuntura crítica, una más de una cadena desgastante y cada
una más difícil de manejar que la anterior.
Por eso entiendo que hay que
ir a las causas estructurales de las sucesivas crisis coyunturales. A las
raíces del problema agravado y no solo a las ramas que ocultan el bosque e
impiden golpear en la médula de la subversión contrarrevolucionaria.
Y siguiendo ese hilo de la
reflexión, pienso que el necesario contra-ataque revolucionario, más que
encausarlo hacia las masas de estudiantes, sectores de capas medias y
militantes políticos escuálidos, ganados por el neofascismo, debería
fundamentalmente embestir en forma bien pensada y planeada contra el gran
capital, sus grandes empresas y corporaciones, sus poderosos y mentirosos
medios de comunicación, sus bancos, sus empresas importadoras, su apropiación
del mercado, sus latifundios, sus anti-valores, sus universidades y colegios,
su cultura, su ideología…
De ahí, de esa gran matriz, de
la burguesía transnacional y de la gran burguesía dependiente, emana el
alimento espiritual y material de la contrarrevolución, del fascismo en auge,
de la guerra económica (desabastecimiento, sabotaje interno, parálisis
inducidas, robo y distracción de divisas, soborno a la burocracia
inescrupulosa, especulación…), de la perversa guerra mediática, el
para-militarismo, la violencia
callejera y la conspiración militar bajo tutela
CÍA, Pentágono, MOSSAD.
Mucho se ha tardado en
marcharle a ese problemón.
A ese monstruo -además de
herirlo con el rescate de la soberanía, la recuperación y redistribución
equitativa de la renta petrolera, los programas sociales, la toma del Estado a
nombre de lo popular, el anti-imperialismo, la creación del ALBA y la CELAC,
las proclamas anticapitalistas y pro-socialistas- hay que romperle
inteligentemente el epiplón, hay que expropiarlo progresivamente, hay
que debilitarlo social y políticamente hasta lograr su inanición en el
escenario nacional y reducir al máximo su capacidad de hacer daños
mayores desde fuera.
No hay de otra para desinflar
definitivamente las viejas y las nuevas derechas políticas -trasmutándose cada
vez más en extremas derecha neo-nazi- para restarle base a desestabilización y
erosionar el fascismo inoculado en medio que del temor a la hegemonía de lo
popular, a lo proletario, a lo hereje… (negro, mulato, sambo, indígena…),
anidado en las elites y sectores medios acomodados y conservadores, que han
escogido a Leopoldo López como líder de la sedición violenta y a Capriles como
su eventual opción electoral, ambos fichas de un imperialismo fascistoide.
- Agotamiento de la convivencia del proceso con la gran burguesía privada.
Parece agotarse ya la coexistencia
de ese gran Estado distribuidor de una enorme renta petrolera (con cierto
espíritu de justicia y gran sentido nacional y latino-caribeño), con esa
poderosa burguesía privada y dependiente que fue desplazada de él, pero no
liquidada; que incluso se expandió en contubernio con la vieja y la nueva
burocracia, y que ambiciona -junto a la voracidad imperial- recuperar el Estado
y su voluminosa renta real y potencial para aplastar todo lo conquistado y
engordar mucho más.
Ese Estado – heredado del pasado y
refundado en cierta medida bajo el liderazgo de Chávez para sentar las bases de
una democracia participativa e integral, e incluso para legislar brillantemente
como lo hizo en dirección a crear poder popular y comunal- al seguirse
reproduciendo solo en la lógica estatalita y rentista petrolera, se siguió
burocratizándose.
Anidó además en su seno una
significativa y desgastante corrupción compartida por una parte de sus nuevos
gestores, se conformó con los enormes ingresos del petróleo, se anquilosó en sí mismo y en su
extraordinaria capacidad de gastar para bien y para derrochar, y descuidó crear un modelo productivo en
un periodo de fuerte consumismo y alza del volumen y los precios de las
importaciones. Gastó mucho más de la cuenta en inversiones no reproductivas.
Ese Estado bolivariano, desde
un liderazgo de profundo calado popular, fue empleado además en la construcción
del partido de la revolución anhelada (PSUV) y terminó fundiéndolo con él y
burocratizándolo en buena dimensión junto a una parte de las organizaciones
sociales alimentadas con su paternalismo.
EL modelo económico,
político, social y cultural resultante de esos procesos, está en crisis y
bajo un intenso bombardeo desestabilizador.
Más aun, luce estar agotándose
progresivamente, en cierta medida entrampado en sus contradicciones y en las
que se han generado a nivel de toda la sociedad al convivir con un capitalismo
privado fuerte, agresivo y entroncado a la estrategia contrarrevolucionaria
imperialista.
Su popularidad original disminuye tendencialmente, con
ciertas oscilaciones; aunque todavía le queda bastante apoyo como se demostró en las últimas
elecciones (más en las municipales y de gobernaciones, que en las
presidenciales) y como se evidencia ahora en las convocatorias en medio de esta
crisis. Sobretodo porque mientras él encarna patria soberana, la oposición
representa recolonización.
- El quehacer actual y el imperioso “golpe de timón” de Chávez.
De todas maneras es muy
riesgoso persistir en su continuidad tal y como ha evolucionado e involucionado
ese modelo y todo el sistema establecido, y pienso que el Comandante Chávez
captó el peligro, que ahora es mayor, cuando precedido del ALÓ PRESIDENTE
AUTOCRÍTICO en la presentación del PLAN DE LA PATRIA, instó al GOLPE DE TIMÓN
en estos y otros términos parecidos:
“No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica
que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo
apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros.
Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado
hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse
cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el
socialismo.
“Este es un programa que busca traspasar “la barrera
del no retorno”.
Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe
terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se
manifieste en toda su plenitud.
La coherencia de este Programa de Gobierno responde a
una línea de fuerza del todo decisiva: nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no
retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo…”
“Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un
poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y
dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva
socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran
parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir
la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar
completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se
reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la
invención de nuevas formas de gestión política.”
Ese viraje hacia un nuevo
modelo –ojala equivocarme- es casi imposible hacerlo formalmente desde el
Estado actual, mucho menos conviviendo y dialogando con el mundo del gran
capital hostil.
En tales circunstancias ese
Estado, si bien tiene todavía capacidad para auto-defenderse desgastándose; no
parece tener determinación para pasar a la ofensiva contra el gran capital,
superar su propia burocracia y su lógica de coexistencia con el gran
capitalismo privado, que al parecer pugna con más fuerza que antes por romper
el equilibrio y asaltar todo el poder. Menos posible aun hacerlo después de la
muerte física de Chávez, que con su enorme liderazgo podía hasta saltar la
pesada maquinaria estatal e incluso subvertirla.
A nivel de Estado-gobierno,
también con oscilaciones, aun reiterando el discurso socialista, se sigue
evidenciando una tendencia a inclinarse a favor del modo capitalista de abordar
la crisis económica actual (devaluaciones, políticas monetaristas, pactos con
un empresariado súper-tramposo y en gran parte fascistoide, complacencias
consumistas, indecisiones para penalizar las ganancias capitalistas y
controlar divisas y palancas económicas en manos del capital privado…)
No es que dentro de ese Estado
no haya sectores y líderes revolucionarios/as, capaces de entender y ejecutar
el testimonio de Chávez, ahora con carácter de mandato imperioso. Los/as hay a
nivel civil y militar.
Solo me refiero a los límites
del conjunto institucionalizado y a la ideología que lo hegemoniza, lo que
resalta cuando concretamente ni del Estado ni del partido que se plantean que
realmente “la
formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista” y a la vez evaden tanto la necesidad de “una radical supresión de la
lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso”, como el criterio de que “esto pasa por pulverizar
completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se
reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la
invención de nuevas formas de gestión política.”
Ahora, más que antes, es
imperioso entender la necesidad y modalidad posible del nuevo cambio revolucionario,
de la revolución dentro del proceso bolivariano estancado y declinando. Del
viraje en grande.
Esto es: la ruptura definitiva
con la médula capitalista del sistema, a conciencia de que los pactos con
sus componentes son mortales y que los intentos de pacificarlos persuasivamente
son infundados.
Para evitar la derrota
del proceso es imprescindible el paso a una ofensiva bien pensada contra el
gran capital, portando un nuevo modelo que implique planificación democrática y
participativa, socializar lo privado en manos de la gran burguesía trasnacional
y local, y transferir gran parte del poder del Estado a las comunas, al poder
popular, para darle cuerpo a la diversificación de la producción dentro de una
lógica no capitalista, más bien comunal, asociativa, cooperativa, colectiva,
con autogestión y co-gestión obrera y popular.
Lo que Chávez en el texto ya
citado definió como “ un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión,
explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva
socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran
parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir
la vida material de nuestro pueblo”.
Esto, en estas condiciones,
exige presionar y actuar desde abajo y desde adentro en dirección a expropiar y
socializar, no simplemente estatizar medios fundamentales de producción,
distribución, servicios, comunicación, educación, salud, cultura y poder… y
estimular las masas civiles, militares y milicianas revolucionarias a
ejecutar ese golpe de timón, contra golpe de pueblo y a darle supremacía al poder popular y ciudadano.
Y hay que hacerlo midiendo bien las consecuencias,
seleccionando bien las áreas a expropiar y socializar, graduando los pasos a
dar, delimitando las formas de propiedad y gestión y las nuevas asociaciones,
definiendo lo que corresponde a las pequeñas y medianas empresas
privadas, previendo las sanciones y bloqueos imperiales, estableciendo un
presupuesto racional de ingreso y uso de divisas, previendo los reemplazos de
las fuentes de suministros externos y los nuevos convenios comerciales que
impidan la parálisis de lo socializado y los desabastecimientos por otras
causas.
Pero habría que comenzar a hacerlo sin pérdida de
tiempo, ampliando la democracia y el poder desde abajo con presencias de las
nuevas vanguardias revolucionarias, superando su dispersión y sus limitaciones
para articular la diversidad que anhela el viraje.
Remotivando a los/as
trabajadores/as y al pueblo pobre a crear todo lo nuevo, a romper la lógica
consumista, explotadora, patriarcal, racista y adulto-céntrica del capitalismo,
a superar la mercantilización de la vida en sociedad, a darle fuerza a los mecanismos
de autogestión, control y co-gestión obrera y popular, y a superar el
paternalismo y parasitismo estatal.
Remotivando a los jóvenes,
maestros/as, intelectuales, artistas, científicos, a los más cercanos y los más
distantes, a apropiarse y gestionar un nuevo sistema educativo y cultural, y a
innovar desde él.
Estimulando a las
mujeres en general a ejercer poder y derrotar el machismo.
Asumiendo el internacionalismo
revolucionario en todas sus vertientes.
Parecería imposible todo esto,
pero es hora de reaccionar apropiándonos de la lógica guevarista de “hacer
posible lo imposible”, activando las enormes reservas acumuladas en
esa sociedad.
Lo contrario es perecer
a mayor o menor plazo, con terribles consecuencias no solo para
Venezuela, sino para nuestra América y el mundo, y especialmente para otros
procesos transformadores que pasarían a ser blancos de ataques priorizados por
un imperialismo destructor, sin contar con el generoso apoyo venezolano.
Y en el caso de Cuba ni hablar.
Nunca como ahora la urgente
defensa de ese proceso esperanzador se había entrelazado tanto con la necesidad
de su profundización y nunca antes la suerte inmediata de nuestra América había
estado tan fundida con la de Venezuela.
Narciso Isa Cond (Opinión)
Comentarios