Las pensiones: ¡Cuidado!



A Pleno Sol

Manuel Hernández Villeta (Opinión)
Las leyes del mercado laboral dominicano convierten en un bagazo, un desecho insoportable de ser empleado, a una mujer de más de 35 años o un hombre de 40. Al llegar a esa edad, están fuera de la producción si buscan empleo.

Lo más que puede desear una persona es  conservar el empleo que tiene en ese momento, porque las reglas del mercado se deciden por la juventud y los viejos son piezas de museo. Hay casos especiales, a nivel profesional, técnico y hasta de chiriperos, donde se busca la experiencia y se contrata a los mayores.

Ante ese mercado incierto para los que están a mediana edad, hacer cambios en el otorgamiento de las pensiones es un crimen, y sobre todo, cuando todavía no se ha entregado una sola pensión a ningún trabajador en los planes de acción subsidiados.

La Asociación Dominicana de Fondos de Pensiones está tratando de cometer un crimen aumentando de 60 a 65 años la edad para que un contribuyente pueda conseguir su pensión.

No se preguntan los autores de ese descabellado proyecto de ley, las razones para que se acumulen cientos de miles de millones de pesos de los asalariados, y no se ha entregado pensión a una sola persona. Tanto dinero que se piensa destinarlo a viviendas y a préstamos, pero no a su función original.

La República Dominicana es un país lleno de harapientos, indigentes, desempleados, trabajadores informales, campesinos sin tierra, profesionales sub-empleados, los que en muy pocas ocasiones llenan los requisitos de trabajar nominalmente durante 40 años, para poder pedir una pensión.

Se están poniendo estas restricciones a una parte ya de por si minúscula de la población, a la que los mismos empresarios han convertido en bagazo que no tienen donde vender su fuerza laboral a los 40 años.

Antes de pensar en las exclusiones, sería bueno que los señores capitalistas tengan más sensibilidad social, que comprendan que el dinero no está destinado para apabullar a los necesitados, y que el poder debe ser para dar la mano al que lo necesite.

Los congresistas dominicanos tienen la obligación de echar al zafacón este proyecto de ley. Ellos tienen en sus manos la decisión para que esta puñalada a los contribuyentes que buscan su pensión no se apruebe.

Por Dios, el capital debe tener un rostro humano, y no las manos afiladas de Caronte, esperando  víctimas para llevarlas a su infierno.

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