¿Cuál democracia?



A Pleno Sol

Manuel Hernández Villeta (Oponión)
La democracia dominicana tiene los pies de barro. Carece de institucionalidad fuerte, y sus protagonistas no pasan de ser soldados del arribismo y el triunfo personal e individual.

El golpe mortal  para esta democracia es que nunca ha funcionado: su tiro de gracia  se lo dio la postración de las ideologías, el caer al suelo las banderas de la dignidad y la lucha por un mundo mejor.

Hoy, el buscar posiciones sociales y riquezas  personales, le echa una paletada de tierra a los deseos de los dominicanos de conseguir una vida decente, derecho a la comida y a todo lo que hace digno vivir en el siglo 21.

Los partidos políticos han prácticamente caído en un terreno resbaladizo, donde entre ellos no hay diferencias, no presentan un programa ideológico, no buscan cambios reales, y más bien sus dirigentes no pasan de ser   sastres o zapateros remendones, tratando de salvar un pedazo roto.

Los partidos hoy son de nombres diferenciados, pero en su estructura interna, en sus estatutos, en su forma de gobernar, no tienen diferencias. Son seguidores de la Representativa, del Gran Empresariado, y se les importa  cuál es la suerte de la mayoría de los dominicanos.

Los tres principales partidos políticos, y todos los emergentes, han estado en el poder, pero pocos han ayudado a las grandes transformaciones sociales que se requieren para la modernidad dominicana.

Los programas de gobierno y las palabras de consenso no pasan de ser rejuegos para conseguir titulares de los medios de comunicación, porque a nadie le interesa que se cumplan, o por lo menos traducirla en la búsqueda de cambios.

Se habla de líderes emergentes, de fuerzas independientes, de terceras opciones electorales. En el fondo, no hay cambios, porque todos tienen el mismo lenguaje, y van hacia el mismo camino, aunque al parecer levanten banderas de independencia.

La democracia es salvable en la República Dominicana, pero no la mueca que tenemos en la actualidad, sino una democracia participativa,  donde lo esencial sea el derecho de todos los seres humanos y que haya una genuina distribución de las riquezas.

La democracia no pasa de ser  una palabra y una mueca, porque no resuelve ninguno de los problemas que tiene el país, y su accionar, contrario a la justicia que pesa las opiniones en una balanza, sólo acompaña en el camino a los que caminan con zapatos de lujo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adhamilka Espinal se compromete a mejorar calidad de la Educación dominicana

Adhamilka Espinal de Fuerza Magisterial niega alianza con la Eugenio María de Hostos