Opinión |
El filme logra de
manera magistral retratar la mutación que se produce en una sarta de
oportunistas que medran en la sociedad en busca de drenar en favor del sí,
parte del presupuesto público y de cómo cuando están al servicio del poder de
turno majan las manos de cualquiera que desde la oposición desafía, para
congraciarse y mantener sus beneficios, aunque para ello tengan que calumniar o
sumarse a campañas deleznables.
La cinta revela
cómo cambian de parecer estas ratas de cloacas residuales cuando la oposición
triunfa.
En la película se
muestra como los titulares de prensa y las opiniones de plumíferos y opinadores
se van moldeando en favor del nuevo poder que se construye. Así la cronología
del periódico “El Mundo” va cambiando la opinión sobre Fidel y sus compañeros y
los va pasando de “barbudos asesinos y criminales” a “Una especie de Robin Hood
justiciero que roba al que tiene para darle al que no tiene” hasta que, con la
entrada triunfante de los guerrilleros a la Habana, se llega al titular:
“Gracias Fidel” por liberarnos de la dictadura.
Todas esas imágenes
han vuelto a mi memoria al ver como muchos que postularon en favor del gobierno
que se va, y que solo veían cosas positivas en el candidato de palacio y
tildaban al presidente electo de “Tayota”, llegando algunos, de quienes manejaron
la acusación contra el partido que ahora gobernará decir que es “una asociación de
narcotraficantes”. Unos y otros ya comienzan a ver las cosas “positivas”
de Luis Abinader y sus "decisiones acertadas", aún cuando todavía no
se juramenta y por lo tanto no ha tomado una sola decisión que amerite aplausos
o abucheos.
Esta cáfila de
oportunistas, que siempre quiere estar arriba, ya comienza a ver los “horribles
errores de Danilo y el PLD” para destacar, en el que viene, más virtudes que
las que se atribuyen a Jesucristo.
Ese tipo de
personeros no tiene decoro. Su razón de ser es vivir del presupuesto público.
No tiene más memoria que la de los números en sus cuentas bancarias y los
privilegios que se pueden obtener del Estado al congraciarse con el poder de
turno, aunque para ello deban arrastrase como cualquier reptil de la
naturaleza.
Mi abuelo solía
decir, para saber si las ratas son grandes o pequeñas, muchas o pocas, lo único
que se debe hacer es incendiar el granero, pues ellas siempre saldrán corriendo
de primero.
El autor es docente
universitario y dirigente político.
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