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Opinión |
El año que viene la
inseguridad ciudadana dejará de ser un tema de la crónica policial, y pasará a
ser el eje central de las elecciones. Hay temor en muchos dominicanos, por no
decir la mayoría, por los cuadros de violencia que golpean a los ciudadanos.
Desde el Gobierno hasta la
oposición todos tendrán que hablar claro de cómo piensan enfrentar a la
corrupción. El pueblo necesita ese debate, para tomar decisiones en las urnas.
No se olvide que la paz y la tranquilidad es lo que anhela la mayoría de los dominicanos.
Ya lo dijo un libre pensador;
si no se estudia la historia, se cometerán los mismos errores. Hay gente que le
teme al fantasma de Trujillo y prefiere que no se hable de él. Con la ola de
violencia actual, hay que disecar a Trujillo, analizarlo a fondo, y sacar
conclusiones.
Trujillo no llegó al poder en
el pico del palito de prestidigitación de un hada madrina. Fue impulsado por
una coyuntura social de violencia y anarquía general. El país se desangraba
entre las montoneras y los robos y atracos de esa época, fundamentalmente
cuatreros y asaltos a comerciantes.
Su lema central de trabajo
fue orden y tranquilidad. La mayoría de los ciudadanos vendieron su libertad
por ese espejismo de tranquilidad. Fue un gobierno que baño en sangre a la
República Dominicana y su epicentro de inicio fue la anarquía social de
esa época.
En una etapa electoral para
los meses por delante, hay que ver con mucho detenimiento la marcha de la
violencia, porque de seguro será el tema principal, o estará entre los tres
primeros que se abrirán al debate. Es hora de buscar soluciones.
Los trabajos que se han
realizado hasta el momento no detienen la ola criminal. Da la impresión de que
no hay prevención, sino acción de respuesta una vez cometido el delito. Cierto
que tiene que haber sanción, detención y hasta intercambios de disparos, cuando
se comete un hecho de sangre, pero la prevención es lo importante.
Si se toman medidas para
prevenir el delito, es posible que en cuatro o cinco años se puedan bajar las
estadísticas. Hay que comenzar en la prevención desde cero, y es imposible que
pueda ocurrir un milagro. El mensaje a lo inmediato debe ser prevención para
evitar que caigan los jóvenes en el delito, y rehabilitación a los que ya
cumplieron su condena.
La prevención va también de
crear nuevas fuentes de empleo, viabilizar que los adolescentes no abandonen
las escuelas, controlar los embarazos de adolescentes y mejorar las condiciones
de vida en los barrios. Pero también hay que colocar mejorar los salarios de
los policías. Por cheles, ponen en riesgo su vida en la búsqueda de los
delincuentes. Hora de reflexión, antes de que la mesa electoral esté
servida. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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