Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno sol
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Opinión |
La
solución de la situación creada por la migración clandestina
haitiana no depende de aumentar la presencia militar. Es una acción política la
que puede corregir la caótica intervención pacífica haitiana, que viola la
territorialidad y soberanía nacional.
En
consecuencia, no se va a detener la migración de haitianos indocumentados
porque se pongan más retenes, o se envíen decenas de militares a la
frontera. Ese control solo dependerá de la voluntad política. En un año en que
ya se comienzan a escuchar los tambores electorales, es difícil que se planteen
soluciones reales a esta crisis haitiana echada sobre los hombros de los
dominicanos.
Si
la posición de los Estados Unidos y de sus aliados europeos es que haya
frontera abierta entre Haití y la República Dominicana, luce que
nadie la va a contradecir. Aún con vigilancia militar cerrada en la
frontera, la posición política es de tratar el tema con manos blandas.
Los
norteamericanos llevan a cabo una primavera latinoamericana donde prácticamente
ya eliminaron a los gobiernos de neo-izquierda o democráticos que había en el
continente. Hay en marcha una carrera hacia un radical viraje a la derecha de
los cuadros de mandos en América Latina.
La
República Dominicana es libre y soberana, por lo que no tiene que aplicar
consignas apuntaladas por las grandes potencias. Con los haitianos, lo
importante y trascendental, es que se respete nuestra soberanía. Los
dominicanos son generosos con ellos, pero no puede asumir mayor sacrificio.
Una
cosa es generosidad y otra defender la soberanía. No es verdad que los
culpables de todos nuestros males son los haitianos. No tienen capacidad para
ello. Pero si su presencia masiva genera graves problemas al país. Es lo que
tratamos de evitar.
Hay
que tener la voluntad política para solucionar este problema. No hay
posibilidades de que se detengan la migración ilegal con mayor vigilancia
militar y puestos de control. Solo pedimos acción política, y la posición
vertical de que se defienda la soberanía nacional. ¡Ay!, se me acabo la tinta.
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