Por Francisco Luciano
OPINION |
Con una historia milenaria, una cultura rica en talentos de toda índole
y un modelo de construcción socialista en curso, la República Popular China
constituye todo un universo de posibilidades para su propio desarrollo y el de
las demás naciones del mundo.
Contrario a lo que muchos predican en esta parte del mundo, no existe en
aquel país ninguna otra dictadura que no sea la del imperio de la Ley y la de
la garantía de un pueblo, un gobierno y un partido que liderando una
coalición de siete formaciones políticas más, trabajan sin descanso para
encausar a esa gran nación por el sendero del bienestar, en armonía
interna y en paz con el resto del mundo.
Con una población que supera los 1,355 millones de habitantes, la
República Popular China, lidera el crecimiento económico de la economía mundial
por más de una década de manera consecutiva, gracias a la estructuración
una correcta política que promueve la Reforma y la Apertura económica como
elemento promotor del más amplio intercambio comercial internaciones, al
tiempo que impulsa un poderoso mercado interno con capacidad de consumo, lo
que asegura su crecimiento económico y una cada vez mayor distribución de
sus riquezas.
Bajo la correcta dirección del Partido Comunista de China, ese país
avanza a lo que ha denominado la construcción de un socialismo de mercado, que
consiste en comercializar hacia afuera con las reglas que impone la
realidad del mercado, al tiempo que a lo interno promueve el crecimiento
basándose en un modelo mixto que impulsa el desarrollo de las iniciativas
privadas en sociedad con el Estado y garantizando el disfrute pleno del
bienestar individual, siempre que sea bien ganado, bajo la regulación de
políticas públicas bien definidas.
Con una planificación integral de corto, mediano y largo plazo China ha
logrado, en poco tiempo, avanzar en el camino de la Reforma y la Apertura
de su mercado, al tiempo que fortalece sus instituciones nacionales y afianza
su posición de segunda economía mundial, renunciando con claridad a cualquier
pretensión de convertirse en país hegemónico.
Su política diplomática consiste en fortalecer la relación comercial, de
intercambio cultural y de cooperación, sobre el principio de la no intromisión
en los asuntos internos de otros países y en completo respeto a la autonomía de
estos para tomar sus propias decisiones.
La proyección de esta gran nación, indica que continuará creciendo en su
economía a un ritmo más lento en términos relativos, pero en volúmenes
nada despreciable en valores absolutos, al tiempo que traduce ese
crecimiento en una mejor equidad social y en una reducción del número de
pobres en su territorio.
Por el tamaño de su economía, la fortaleza de su mercado productivo,
China representa para los países de América Latina un universo de oportunidades
para colocar sus productos agropecuarios, agroindustriales, así como la
colocación de sus materias primas, con la absoluta garantía de que podrán
hacerlo con una nación disciplinada que no cambiará las reglas del juego
en el camino y sabiendo que no habrá ninguna condicionante para que nuestras
naciones asuman dictados en su modelo de gestión política, ni para que se
obliguen a votar en contra de sus propios intereses regionales en ningún
organismo de integración intepaíses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario