Por Francisco Luciano
Francisco Luciano |
Con la mediación de Monseñor Agripina Núñez Collado, cuatro de un sistema
integrado por veintiséis partidos, han iniciado un dialogo para consensuar una
ley de partido idónea para hacer más equitativo dicho sistema en la
República Dominicana. De entrada e independientemente de los resultados del
mismo, ese dialogo excluye al 85% de los partidos con personería jurídica. Lo
que hace que de mantenerse cerrada a ese club la discusión, el resultado será
el consenso de lo acordado por el 15% de los partidos reconocidos y resultara
en una imposición para el gran resto del sistema de partidos.
Para que el dialogo sea absolutamente democrático, deben
participar sin exclusión, todas la fuerzas políticas organizadas y aún más allá
de las que gozan de personería, a nadie debe excluirse y menos bajo
el alegato de que la reunión es entre los denominados “mayoritarios” y esto así,
porque para tener ideas que mejoren la sociedad, lo que se necesita, más
que fuerza, es identidad nacional y sentido de equidad, condiciones
vitales para sostener y avanzar nuestra democracia.
Del dialogo, se pretende excluir a un conjunto de fuerzas que sumadas han
obtenido más votos que dos de las cuatro sentadas en la mesa. Ya en el
pasado, ante la crisis del 90, se llegó a proponerse como salida la
instalación de un gobierno provisional que sustituyera al Dr. Balaguer,
integrado por las fuerzas con representación congresional, en este caso,
se ha llegado más lejos, pues se ha dejado fuera a por lo menos cinco
instituciones que han logrado representación congresional.
Las relaciones de respeto entre dirigentes y fuerzas políticas son las que
hacen sostenible la gobernabilidad democrática en un país donde para ganar
elecciones y montar gobiernos, se necesita alcanzar el 50% más uno
de los votos válidos de los ciudadanos.
Excluir por "minoritarios", a partidos que hacen la diferencia para
construir la mayoría necesaria para ganar, es la muestra de un manejo torpe,
mezquino que incuba desconfianza que luego imposibilitan consensos para luego de mayor calado, pues hasta las inofensiva e invisibles
hormigas, se hacen sentir cuando pican.
Ojala se corrija una práctica que puede traer bajo su fondo, la ya
expresada intención de algunos sectores conservadores e intolerantes de
privatizar la actividad política reduciéndola al ejercicio de dos o tres
grupos, que en honor a la verdad no han sido los más éticos ni los más
democrático.
El dialogo debe continuar integrando a todos los actores políticos y
sociales que tengan propuestas e ideas para hacer más justo, equitativo y
correcto nuestro sistema de participación política y esto no excluye
absolutamente a nadie, pues a fin de cuentas los partidos políticos son
patrimonio de la sociedad y no propiedad de quienes de manera circunstancial
los conducen en la actualidad.
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