Politica, economía

viernes, abril 22, 2016

Inseguridad social

Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno sol

Opinión
El tema de la inseguridad ciudadana tratado como botín partidario, es una burla a los graves problemas de la sociedad dominicana. La violencia callejera en cualquiera de sus manifestaciones tiene que ser tratada con todo el rigor posible.

Hay que estar bien claro en que la delincuencia es un reflejo de la exclusión social, y que su solución no se puede encontrar al margen de las miserias que sacuden a un conglomerado humano.

Dirigentes políticos para hacerse graciosos en la campaña electoral plantean que la solución total al problema de la violencia,  de los robos, del raqueterismo, del microtráfico de drogas y del sicariato es una reforma policial. Eso es jugar con la verdad, y querer tomar una línea torcida del problema.

Cierto que con una policía más moderna se podrá hacer frente con mayor y mejor resultado al crimen organizado, pero ello no va a solucionar el problema. Por cada ratero que sea detenido o que se le dé la baja, sencillamente surgirá un nuevo grupo que se va a pelear por el liderazgo del punto del crimen.

Todos los mecanismos que se sugieran y que se aporten para enfrentar a la violencia callejera son bienvenidos. No es una única fórmula la que permitirá establecer controles, sino que los mecanismos son  multisectoriales, por lo que para tener soluciones a mano, hay que emplearse a fondo,

No puede haber solución a las acciones del crimen organizado, sino se desmantelan los reductos de miseria. El germen, donde nace, donde crece y donde se forma el delincuente, es la miseria extrema y la exclusión social. El primer paso del que luego sería un delincuente sin controles, proviene de su falta de educación, del reducto de hambre y abandono en que vive.

Si usted pasa revista a la vida de las prostitutas, observará que las primeras veces en que dio pasos iníciales en su actividad, fue a cambio de un puñado de pesos, y en ocasiones por un arroz con pollo. No es que al delincuente se le trate con manos de seda por venir de un reducto marginado, sino es cambiar la correlación social.


Es necesario que se mejoren las condiciones de vida de los dominicanos, para que haya un faro de esperanza a corto y lejano plazo, y de ahí los jóvenes en vez de tomar la sevillana para atracar, o vender su cuerpo en la prostitución, tomen el camino del estudio, de la moral y de comprender que sobre sus hombros descansa el futuro del país.

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