Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
Opinión |
La verdad es difícil de conocer. Se muestra oculta
detrás de las apetencias grupales o personales. Cada cual pone ante sus ojos la
parte que considera que es verdad y rechaza las mentiras. Lo trascendente es
saber cuándo hay verdad y buenas intenciones, o se quiere tapar el sol con un
dedo.
Sea de primero o sea de último, en las contiendas
políticas y los enfrentamientos sociales, la verdad se pierde. Es un renglón de
coyuntura. Hoy, es una pelota de balompié que está en la cancha del mejor
jugador.
Y es que la objetividad en cualquier renglón de la
vida es vista como una anticualla. Más pesa hoy el peso, que hablar con
sinceridad y apegado a los hechos. Estamos en la era de los mutilados mentales.
Teóricos a los cuales quizás nunca les importe cuál
dosis de verdad o mentira tenían en sus manos, garrapàtearon la expresión de
que la primera víctima de la guerra era la verdad. Pero en la selva de las
opiniones es casi imposible digerir cuando se habla con la propiedad de la conciencia
en las manos.
Las grandes guerras, y las guerrillas impenitentes,
han estado tachonadas de mentiras y de fuego fatuo. Los objetivos y su
ilustración dependen del beneficio que ofrezcan en forma inmediata, sin
importar el próximo paso a dar.
La religiosidad también falta a un postulado
central de la Escritura. Hay curas y pastores que le temen a la verdad. Ocultan
los deberes de conciencia y mienten, para reinar en un mundo de narigoneados.
Sin embargo, la verdad logra permanecer limpia, pura y sale a flote en el
momento conveniente.
Ningún hecho u acontecimiento puede ser ocultado y
manipulado por siempre. Al correr de los años se desvelan los papeles viejos, y
lo que se quiso ocultar, sale a la luz del Sol. Conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres. Carajo, cuanto esfuerzo da que se cumpla ese sermón que
debe ser luz en la vida diaria.
En la actividad política partidista parece que lo
menos importante es la verdad. Se puede pensar que inclusive la verdad es
molestosa, causa ronchas y es un enemigo a vencer. Lo bueno de la verdad, es que no tiene amigos ni enemigos, sino que expone
consideraciones en base a un mensaje de conciencia.
Puede ser que el problema con la verdad esté en que
al día de hoy, para muchos, la conciencia es un manojo de billetes. Se ahogan
las penas de la existencia y la flojedad y ceguera intelectual, remozados en el
oro corruptor. ¿Quién nos salva de esta podredumbre?.
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