Por Francisco Luciano
Opinión |
Desde hace muchos años y con más
intensidad en tiempos de campana electoral, tenemos a sectores, medios y
personajes de la vida pública que descubren la necesidad de imponer en el país
una reforma tributaria integral, que facilite una justa carga impositiva en los
sectores de la economía nacional, con el propósito de eficientizar los ingresos
del fisco por captación de impuestos y gravámenes, al tiempo que equilibra la
carga entre los sectores económicos, pues comprobado esta que tenemos sectores
sobrecargados, que evaden y quienes nunca aportan a la sostenibilidad del
Estado Dominicano.
La idea de una reforma fiscal que baje
la presión a quienes más aportan e incluya a quienes no lo hacen, parece un
acto de justicia imperioso. Es
más, la necesidad de la misma es reconocida por todos pero rechazada al momento
de abrocharle, pues todos los sectores de la vida económica quisieran no
aportar y que por el contrario el Estado le aporte e incentive sus empresas y
negocios.
Desde tiempos inmemoriales se ha establecido
que la media de la presión tributaria en nuestro país ronda el 14% contrario a
lo que acontece en la mayoría de países de la región donde la misma es mucho
mayor y algunos casos sobre el doble de la nuestra. No obstante tenemos
sectores que poco o nada aportan en detrimento de otros que deben llevar la
mayor carga del financiamiento público.
Pese a todo lo anterior, las
afirmaciones de que habrá una reforma fiscal en el próximo año 2016 no se
corresponde con la realidad del país, esto en razón de que dicho año cuenta con
un presupuesto de ingresos y gastos debidamente aprobado donde los gastos
programados han sido ajustados a en base a la proyección de los ingresos, por
lo que cualquier discusión u aprobación sobre el particular tiene que ser
planteado para entrar en vigencia a partir del año 2017.
Quienes pretenden meter en un año
electoral el tema de posibles nuevas cargas impositivas para usarlas como cuco
en la campaña han errado el tiro y pronto se despejara dicha variable, sobre
todo porque el crecimiento de la economía en el presente año, así como la
reducción del déficit presupuestario alejan toda posibilidad de complicación en
la economía con la caída del ingreso.
En resumen, es cuestión de lógica
elemental, si la economía crece, la inflación se mantiene controlada, la
estabilidad cambiaria no proyecta variaciones significativas, tenemos tasas de interés bancarias por
debajo de la media de los últimos 20 años, contamos con un presupuesto de
gastos con sus fuentes de financiamientos identificadas debe quedar claro que
cualquier discusión para una reforma fiscal integral se hará a partir del año
2017, de manera que no existe la necesidad de estresar a la población con
profecías de desastres que no se avecinan.
Felices fiesta de año nuevo son nuestros
deseos para el pueblo dominicano.
El autor es catedrático universitario y
dirigente del PTD
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