Por Manuel Hernández
Villeta/ A Pleno Sol
Opinión |
Con un nuevo año, nos vemos en la
obligación de seguir con la prédica de que se rebajen los precios de los
artículos de primera necesidad, sobre todo que se proceda a crear un listado de
la canasta familiar popular, con productos que se puedan vender a precios
asequibles.
Con las nuevas leyes de integración y
globalización económica, a los pobres se les deja al borde de poner su pescuezo
en la guillotina. Suben los alimentos, los artículos básicos, mientras que los
salarios siguen congelados y se detiene una política de pleno empleo.
Lo ideal en estos momentos es fijar un
listado de 20 productos que se vendan a precios reducidos en los colmados,
supermercados y almacenes. La protección es para comestibles que adquieren los
pobres y la clase media baja.
Se da la salvedad de que aquellas personas
y familias que desean consumir comestibles especiales, deberán pagar por ello.
Un arroz de tercera categoría debe estar subsidiado, pero el de primera no
puede estar sujeto a un precio de control.
El pollo, que fue considerado
un antiguo alimento por excelencia de las familias pobres, es hoy inalcanzable
con precios hasta de 65 pesos la libra. Hay que reducir el valor de los pollos,
que en ocasiones es la única carne que está al alcance de los que menos ganan.
En un año electoral, el gobierno tiene que
tomar las medidas necesarias para garantizar que la comida llegue a
la mesa de todos los dominicanos, y que se detenga esta especulación y
agiotismo que lastiman. Una parte considerable de los comerciantes son
indolentes, y no les importa ni les interesa el pueblo y sus desventuras.
Proponemos la creación de un organismo,
sea independiente o asimilado al Ministerio de Industria y Comercio, que se
encargue de controlar los precios de ese listado de la canasta popular. Es una
medida para poder dar oxigeno a un pueblo que tiene problema con la
especulación.
Con los salarios actuales, en el sector
público o en el privado, es prácticamente imposible vivir una vida decente y
alimentarse como Dios manda. Además hay gastos de servicios y la escolaridad de
los hijos.
Uno de los grandes desafíos que tienen los
dominicanos por delante es hacer frente a su futuro, con acciones igualitarias,
poniendo fin a sistemas de exclusión. En el pasado, solo se pensaba en la
suerte de los comerciantes y de sus ganancias, pero hoy, para mantener la paz y
la tranquilidad social, también tenemos que pensar en los desgraciados y
hambreados de esta sociedad.
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