Por Manuel
Hernández Villeta/ A Pleno Sol
Opinión |
La
revolución bolivariana de Venezuela da un gran tropezón. Hay una terrible
derrota política al naufragar los seguidores de Chávez en las elecciones
congresuales. No se esperaba una derrota tan contundente, y en consecuencia que
los chavistas perdieran el poder del Congreso.
Tras una
derrota política viene la auto-crítica y la reflexión. Antes de dar pasos al
frente, hay que saber a fondo lo que motiva la derrota y aplicar los
correctivos de rigor. Dar saltos hacia adelante, sin eliminar el rastro
tormentoso es ir hacia el vacío.
Los
seguidores de la memoria de Chávez carecen de tiempo para pensar
mucho, pero tienen que meditar y actuar de acuerdo con
sus circunstancias. Perdieron los comicios, sufrieron una seria derrota
política, cuyos estragos se comenzarán a ver en el mes de enero.
Le es
necesario dar dos pasos hacia atrás, antes de coger impulso. Los chavistas
tienen que revisar su forma de lucha; las atenciones que dan a los pobres y
menesterosos; sus relaciones de enfrentamiento con el gran capital; el diálogo
con los Estados Unidos y sobre todo salir de la crisis económica.
La
derrota fue una experiencia política desgarradora y no se soluciona
ahora con decir que los responsables son los norteamericanos y los europeos.
Cierto, se sabe desde la época de esplendor de Chávez que los imperios son
enemigos de la revolución bolivariana y que si pueden se la llevan en las
garras, de ahí que nada nuevo se está diciendo.
Hay dos
escenarios para los cuales los chavistas tienen que estar preparados para enero,
y prevenir que los sorprendan y se vayan de
paro. Los nuevos legisladores van a votar una ley de amnistía para poner en
libertad a todos los que consideran presos políticos, incluyendo a Leopoldo
López, al que se califica de responsable de las movilizaciones
callejeras bautizadas como Las Guarimbas. De entre las rejas va a
salir a las convulsas calles uno de los principales dirigentes de oposición,
convertido por el gobierno en su principal adversario.
Esta será
la segunda derrota política de los chavistas, pero viene otra situación, que no
puede llegar a ser un nuevo fracaso. Con la mayoría de los representantes, las
fuerzas de oposición trataran de dar base legal a un referéndum -o
como se le quiera llamar- para desalojar al gobierno de Nicolás Maduro y llamar
a nuevas elecciones. Un intento de Golpe de Estado institucional.
Venezuela
hoy está en profunda crisis. Una oposición que se regodea en un victoria
política, y el chavismo golpeado, pero no vencido, teniendo la seguridad de que
se puede recuperar y seguir siendo la principal fuerza política de Venezuela.
Mi
perspectiva para la crisis de Venezuela es lóbrega y dolorosa: si no hay
diálogo habrá guerra civil. Vamos a esperar los acontecimientos del mes de
enero, para determinar si puede haber convivencia. Si las puertas se cierran al
consenso, entonces se abrirán las escusas para que entren en acción los jinetes
del Apocalipsis.
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