Por
Francisco Luciano
Opinión |
Cuando
el cambio de posición de una persona es el resultado de un proceso
reflexivo e ideológico, la acción se adopta sin prensa, sin bulla, ni
escándalos, se comunica a la sociedad política y al país, y
simplemente se pasa la página.
Más
cuando el cambio de chaqueta se produce por apetencias o gulas particulares o
por interés mercurial, se anuncia y requeté anuncia, como un falso
credo, que se hace preciso repetir para que los demás se lo crean a
fuerza de escucharlo. Ese tipo de personas ambiciosas e
individualistas, no tienen futuro ni espacio, porque no valen nada, ni
para sus antiguos, ni para sus nuevos compañeros.
El
actual proceso electoral viene a demostrar que mucha gente no es de la
pasta que creíamos, ni del linaje que se le suponía. Algunos que
dijeron marcharse de su grupo original porque según afirmaron
“su antiguo partido realizó la escogencia de candidaturas basándose en los resultados de encuestas y no realizando
primarias internas”, pero acontece que en el nuevo grupo al que se
mudaron se le postula, sin medición y no se les escogió en
primarias internas. Es evidente que en su individualista manera de
practicar la democracia, si la decisión que se adopta los beneficia, todo se
vale.
Tenemos
a otra y a otros, que ahora descubren que el partido en el que militaron
tiene mucho tiempo en el gobierno y denuncia que este pretende extenderse
por más tiempo el poder , como si fuera pecado que los partidos y sus
dirigentes aspiren a gobernar o a seguir gobernando. De esa y esos,
lo único que resulta contradictorio es que mientras el antiguo
partido tiene doce años consecutivos en el poder, ellos llevan dieciséis
ocupando una curul en el congreso, como si eso es parte de un ejercicio
dilatado de gobierno.
El
país que necesitamos construir requiere de hombres y mujeres comprometidos con
la causa de las mayorías. Requiere de gente que anteponga los intereses del
proyecto en que militan sobre sus aspiraciones particulares.
Requiere de seres humanos dispuestos a asumir el sacrificio que fuere
necesario, para hacer más grande y próspero al país en que vivimos.
Requiere de gente, con la capacidad para comprender que la más grande
aspiración que debe tenerse es el engrandecer nuestra patria.
El
autor es catedrático universitario y dirigente del PTD.
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