Politica, economía

miércoles, noviembre 18, 2015

Empleos y miseria

Por Manuel Hernández VilletaA Pleno Sol

Opinión
Para el   próximo año es de vital importancia la creación de una política de pleno empleo. Se tiene  que hacer frente al creciente desempleo que hay en el país. Mucha mano de obra ociosa, puede ser caldo de cultivo para la delincuencia.

La empresa privada debe jugar su rol de creadora de nuevas plazas de trabajo. El gobierno tiene que jugar un ente moderador, de vigilancia, de impulsar proyectos que vayan directamente a buscar el desarrollo nacional.

Pero por más plazas de trabajo que se puedan crear seguirá el déficit de dar ocupación a todos los desempleados. En el mejor de los casos, será la continuidad de una crisis que no tiene solución a la vista.

Sin embargo, desde ahora hay que ir tomando las medidas de rigor, para poder establecer una política de creación de empleos, que vaya   acorde con una nación que quiere dar pasos certeros hacia el desarrollo.

Una de las secuelas del desempleo, es la multiplicación de la miseria. Crece el chiripero, el trabajador informal, el pequeño comerciante, pero muchos comienzan y la mayoría termina en la quiebra. Culpa de la falta de recursos, de la ausencia de ahorro y de una visión que no soporta la marcha de los meses sin tener beneficios.

El programa oficial de facilitar créditos blandos a los pequeños empresarios y comerciantes es positivo. Permite que se inicien negocios que dan empleo en el barrio, y quitan presión a un mercado laboral que también es cada día más exigente.

La banca y el sector privado deben seguir el ejemplo del gobierno central, facilitando que los préstamos para la pequeña empresa se hagan sin formalismos de garantes que no están al alcance del pobre, o el que sólo tiene los proyectos en su cabeza, pero no en el bolsillo.

La miseria dominicana es atormentadora. De sus efectos colaterales surgen la delincuencia, la prostitución, las muertes violentas, la destrucción de los hogares y otros males.

La miseria y el subdesarrollo nacen principalmente de la ausencia del reparto equitativo de las riquezas. Donde haya un capitalismo desalmado, allí estará presente la marginalidad social. Hay que abogar por un capitalismo de rostro humano, con inversión social y comunitaria.


Muchos empresarios dominicanos son enemigos de dedicar una parte de sus ganancias a la inversión social; en tratar de que los pobres tengan un apoyo que les permita subsistir. Hay que mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los dominicanos, antes de que suene el trueno de las protestas sociales.

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