Por Manuel Hernández Villeta A Pleno Sol
Opinión |
Para el próximo
año es de vital importancia la creación de una política de pleno empleo. Se
tiene que hacer frente al creciente desempleo que
hay en el país. Mucha mano de obra ociosa, puede ser caldo de cultivo para la
delincuencia.
La empresa privada debe jugar su rol de
creadora de nuevas plazas de trabajo. El gobierno tiene que jugar un ente
moderador, de vigilancia, de impulsar proyectos que vayan directamente a buscar
el desarrollo nacional.
Pero por más plazas de trabajo que se
puedan crear seguirá el déficit de dar ocupación a todos los desempleados. En
el mejor de los casos, será la continuidad de una crisis que no tiene solución
a la vista.
Sin embargo, desde ahora hay que ir
tomando las medidas de rigor, para poder establecer una política de creación de
empleos, que vaya acorde con una nación que quiere dar pasos certeros
hacia el desarrollo.
Una de las secuelas del desempleo, es
la multiplicación de la miseria. Crece el chiripero, el trabajador informal, el
pequeño comerciante, pero muchos comienzan y la mayoría termina en la quiebra.
Culpa de la falta de recursos, de la ausencia de ahorro y de una visión que no
soporta la marcha de los meses sin tener beneficios.
El programa oficial de facilitar
créditos blandos a los pequeños empresarios y comerciantes es positivo. Permite
que se inicien negocios que dan empleo en el barrio, y quitan presión a un
mercado laboral que también es cada día más exigente.
La banca y el sector privado deben
seguir el ejemplo del gobierno central, facilitando que los préstamos para la
pequeña empresa se hagan sin formalismos de garantes que no están al alcance
del pobre, o el que sólo tiene los proyectos en su cabeza, pero no en el
bolsillo.
La miseria dominicana es atormentadora.
De sus efectos colaterales surgen la delincuencia, la
prostitución, las muertes violentas, la destrucción de los hogares y otros
males.
La miseria y el subdesarrollo nacen
principalmente de la ausencia del reparto equitativo de las riquezas. Donde
haya un capitalismo desalmado, allí estará presente la marginalidad social. Hay
que abogar por un capitalismo de rostro humano, con inversión social
y comunitaria.
Muchos empresarios dominicanos son
enemigos de dedicar una parte de sus ganancias a la inversión social; en tratar
de que los pobres tengan un apoyo que les permita subsistir. Hay que mejorar
las condiciones de vida de la mayoría de los dominicanos, antes de que suene el
trueno de las protestas sociales.
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