Por
Francisco Luciano
Opinión |
Por
el monto que el Estado Dominicano asigna a la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD), como presupuesto, se puede tener una idea del
porqué de las grandes falencias que acusa la casa de altos estudios, falencias
que se ahondan dado al carácter populista de sus administradores, que
confunden, el derecho con el hecho, comprometiendo la inversión por el monto de
los recursos que aspiran tener y no por los recursos de que en realidad
disponen.
Si bien es cierto, que
las necesidades son infinitas y que los recursos para hacerle frente siempre resultarán escasos, también es cierto que la UASD recibe como
inversión del Estado Dominico para financiarla un poco menos del 30%, al
equivalente de lo que reciben sus demás universidades homologas en
América Latina, es decir, que mientras el resto de las Universidades de la
región reciben una asignación anual por alumno US$2,800 o más, la
UASD recibe apenas US$789.00 anuales por alumno. Este dato puede explicar
el porqué de la situación precaria que exhibe la Primada de América en
muchos aspectos del quehacer.
Cuando al olvido, la
falta de comprensión o la indiferencia del gobierno, le adicionamos el
carácter pasivo de los gerentes universitarios, tenemos una combinación letal
que atrofia la Universidad conduciéndola paulatinamente hacia un desempeño cada
vez más pobre, que la conducirá, de no producirse un cambio en la actitud en
quienes tienen la responsabilidad de conducirla, a
convertirse en una institución impertinente, pues ante el insuficiente
financiamiento por parte del Estado Nacional, la Universidad actúa de manera
inadecuada y contrario a los principios de la racionalidad
administrativa. Eso lo demuestra el hecho que no han tenido la
valentía ni la visión para planificar en base a su realidad financiera.
Nuestras autoridades, todas las
que ha tenido la Universidad desde 1966 hasta la fecha, han actuado de manera
irresponsable, pues todo el que se compromete a lo que no puede o gasta lo que
no tiene es irresponsable. La dirigencia de la Universidad, dentro
de la que no me excluyo, ha actuado en base a lo que debiera ser nuestra
sostenibilidad financiera, confiando en que “el mana caerá del cielo” bajo cualquier
argumento o justificación para no hacer el esfuerzo de generar los recursos que
se le niegan.
La falta de visión gerencial,
que por décadas hemos practicado, es la que nos lleva a actuar contra
toda la lógica de la administración para gestionar recursos
escasos. Basta solo el siguiente ejemplo para demostrar nuestra lamentable
conclusión, entre decenas que podríamos narrar, la Universidad siempre ha
tenido la información de la cantidad de dinero que recibirá durante cada año
del presupuesto nacional y los gobiernos han cumplido con la entrega de
la asignación presupuestada, siendo así, ¿Quién obliga a la Universidad a ingresar a todos los estudiantes que solicitan?, peor aún, ¿Porque ingresa nuevos alumnos dos veces por año y no una, en cada
Enero, condicionada a que el gobierno asigne los fondos necesarios para
sostenerlos? ¿Acaso no han aprendido en 44 años, que cada vez que
ingresan nuevos alumnos aumentan de manera automática el gasto? ¿Por qué si la
UASD solo puede sostener tres (3) decanos ha creado nueve (9) decanatos?
¿Por qué sus autoridades dan apertura a nuevos Centros Regionales sin
tener los recursos para solventarlos?
¿Por
qué si nuestros profesores exigen aumento de salarios periódicamente, es el
gremio profesoral el que hace huelgas para oponerse a que se indexen las
tarifas de los servicios que la Universidad brinda? ¿Por qué una
institución que languidece financieramente tiene que regalarlo todo, incluso a
quienes tienen la posibilidad y manifiestan su disposición de contribuir un
poco más, a cambio de que se mejoren las atenciones?
En la planeación estratégica,
los expertos analizan a lo interno de las instituciones, las
fortalezas y las debilidades que estas acusan para convertir en
fortalezas las debilidades y desarrollar las entidades de manera
más eficiente y eficaz.
De igual manera estudian
sigilosamente las amenazas
y las oportunidades que dicha institución tiene en su entorno para realizar los
movimientos tácticos que eviten dañarlas; al tiempo que las ponen en condiciones
de aprovechar las oportunidades para mejorarlas.
La irracionalidad de la
gerencia de la UASD, no comprende cual es la misión para la que existe la
institución y al no tener claro cuál es el limite su
responsabilidad institucional, actúa como quien padece “el síndrome del
cuidador” para terminar aislándose socialmente.
La
aprobación del anteproyecto de Ley de Presupuesto de Ingresos y Gastos
Público para el próximo año 2016, realizada el pasado miércoles 22 de
Septiembre 2015, por el Consejo Nacional de Ministros, es una acción que debe
provocar en la alta gerencia de la UASD, una profunda reflexión para adoptar un
cambio de paradigma al abordar el financiamiento de la academia,
pues está claro, que el Estado no proveerá la cantidad de recursos que la
Universidad necesita, para funcionar como debe, y por lo tanto tiene que
plantearse, no solo un asertivo plan para sensibilizar al congreso de la
necesidad de que se mejore la partida consignada en la propuesta de presupuesto,
sino también, en la manera de ayudarse a sí misma, tomando a lo interno
las acciones dignas que le permitan acercarse a la cantidad de dinero que
demanda y necesita para cumplir sus planes y proyectos en el próximo año.
Ni todas las lágrimas de la
Magdalena, ni la violencia de Ares, traerán los fondos que necesitamos.
Lo que se debe hacer cuando se opera déficit o con carencia de
recursos es, frenar el gasto a lo estrictamente necesario y aumentar los
ingresos al máximo. Las marchas, los piquetes, las pedreas, los afiches y
los volantes, podrán ser un buen o mal ejercicio para
desahogar las iras acumuladas, y hasta para buscar uno que otro
muerto, herido o apresado, pero no para generar los recursos que la
Universidad necesita. Es lo que dice la experiencia, registra la historia
y aconseja la prudencia.
El
autor es catedrático Universitario y dirigente del PTD
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