Hipólito Mejía |
SANTO
DOMINGO.- El ex presidente Hipólito Mejía dijo que, el control de un sector del Partido
de la Liberación Dominicana (PLD) en los poderes públicos, que
desconoce el sentido de pluralidad y equilibrio que debe caracterizar una
genuina democracia, crea un escenario que lo llama a aportar lo mejor de
sí, poner toda su capacidad de trabajo y, su experiencia para
contribuir, con la firmeza y decisión que le caracteriza, a poner en práctica
una agenda consensuada que haga realidad el país que la gente quiere.
En un
discurso pronunciado la noche de este jueves, mediante una cadena de radio,
televisión e Internet, el ex mandatario expresó “nosotros, que amamos esta
tierra, tenemos el deber imperativo de unirnos, para construir una nación donde
nuestra gente viva mejor”
Aseguró
que se propone articular una mayoría con la participación de los
sectores políticos, empresariales, religiosos, sociales, sindicales y
populares, así como la de la de los ciudadanos independientes, comprometido con
el bienestar nacional.
Manifestó
que para erradicar la delincuencia, la corrupción y la pobreza “tenemos que ganar las elecciones del año 2016, a nivel presidencial,
congresual y municipal”.
“Dominicanos
y dominicanas: ratifico ante ustedes mi fe, mi optimismo, mi creencia profunda
en el país, y mi compromiso con la búsqueda del bien común que nos
legaron nuestros líderes ya idos” enfatizó el aspirante presidencial por el PRM
y la Convergencia por un Mejor país.
Texto
integro del discurso.
Pueblo
dominicano:
El inicio
de un nuevo año nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre nuestras vidas a
nivel personal y, sobre todo, en lo que respecta a nuestro futuro como nación.
Es a
partir de esa reflexión que he ponderado algunos temas que considero relevantes
para nuestra patria.
En los
últimos meses, he recorrido palmo a palmo el país. He conversado con la gente,
escuchando con atención sus quejas, temores e inquietudes.
De manera
particular, he recorrido nuestros campos y he sentido de cerca la necesidad de
nuestros productores agrícolas de tener acceso a las nuevas tecnologías,
enfatizando en la investigación, la extensión y la capacitación, para
fortalecer la base alimentaria del pueblo dominicano y exportar para generar
divisas.
He visto
el enorme deseo que tiene nuestra gente de progresar, y su compromiso con un
mejor destino. Un destino que, estoy seguro, podemos construir entre todos.
Estoy
convencido de que la mayoría de nuestra población necesita y quiere vivir en un
país mejor.
Un país
que nos ofrezca la oportunidad de alcanzar una vida digna en base al trabajo
decente y honrado.
Un país
donde las mujeres y los jóvenes reciban el apoyo necesario para desarrollar sus
capacidades en un marco de equidad y respeto.
Un país
que cuide a cada niño o niña con amor y le ofrezca la protección y el apoyo
necesario para el desarrollo de sus potencialidades.
Un país
donde los envejecientes sean protegidos y valorados con gratitud.
Un país
donde la cultura, la recreación y los deportes sean espacios de encuentro,
creatividad y esparcimiento para todos los sectores.
Un país
solidario donde se enfrente la pobreza y la desigualdad, y en el cual se
trabaje por el bienestar de todos.
Un país
donde las personas con cualquier tipo de discapacidad encuentren las puertas
abiertas para su inclusión a la vida productiva y social.
Un país
donde el Estado de Derecho, la independencia y rectitud de la Justicia y el
respeto a las instituciones, prevalezcan por encima de los intereses
particulares de quienes detenten el poder.
Un país
con instituciones y autoridades transparentes, que rindan cuenta y combatan la
impunidad, sin dejar de sancionar todo tipo de corrupción.
Un país
donde el crecimiento económico y la creación de riquezas vayan junto al
desarrollo humano, la equidad y el bienestar social.
Un país
donde los sectores productivos reciban el apoyo que necesitan para ser
competitivos y crear empleos, a fin de que nuestros jóvenes y mujeres tengan la
oportunidad de obtener un trabajo digno y decente.
Un país
donde los ciudadanos se sientan seguros y protegidos de la amenaza que causan
la delincuencia y el crimen.
Un país
donde la gente no sea golpeada constantemente por el incremento del costo de la
vida.
Un país
donde tengamos la cobertura de los servicios de salud necesarios para que una
enfermedad catastrófica no se convierta en una sentencia de muerte,
especialmente para las familias de escasos recursos.
Un país
donde se garantice la continuación de los esfuerzos que se han hecho para
impulsar la educación, enfatizando, a partir de ahora, la educación para el
trabajo, la educación para el desarrollo de la nación y satisfacer la demanda
de recursos humanos que tienen los sectores productivos.
Un país
que recupere su prestigio en el escenario internacional, mediante la eficiencia
de su función diplomática y consular, sin dispendio ni favoritismo.
El
diálogo con la gente me ha convencido de que la sociedad dominicana
quiere que el gobierno que conduzca la nación a partir de agosto del año
2016, esté en manos responsables, honestas y solidarias que enfrenten con
determinación los problemas estructurales del país.
En ese
diálogo, también he percibido el temor de que en el año 2016 nuestro país
vuelva a caer en las mismas manos de quienes lo saquearon en beneficio propio.
Fueron
precisamente esas manos arrogantes e indolentes, distanciadas de los valores y
principios morales que nos legaron los fundadores de la dominicanidad, las que
abrieron la compuerta a la corrupción que hoy nos arropa y desangra como
sociedad.
Esas mismas
manos turbias fueron las que, irresponsablemente, privatizaron las empresas
públicas.
Al cerrar
esas empresas, que generaban miles de empleos, no sólo dieron una bofetada a la
dignidad nacional, sino que también aumentaron la pobreza y dejaron desamparadas
a miles de familias. Los justos reclamos de los trabajadores de los ingenios
azucareros, son un dedo acusador contra ese crimen de lesa patria.
Una
consecuencia irritante de esa negación de valores es el surgimiento de una
casta de funcionarios, quienes no pueden explicar el origen de la fortuna que
exhiben de manera desvergonzada y altanera.
Para
impedir que esos corruptos ilustrados retomen el poder, debemos aprovechar la
oportunidad que nos brindan las próximas elecciones.
Señoras y
señores:
Nosotros,
que amamos esta tierra, tenemos el deber imperativo de unirnos, para construir
una nación donde nuestra gente viva mejor.
Para
erradicar la delincuencia, la corrupción y la pobreza tenemos que ganar las
elecciones del año 2016, a nivel presidencial, congresual y municipal.
Para eso
es necesario articular una mayoría con la participación de los sectores
políticos, empresariales, religiosos, sociales, sindicales y populares, así
como la de los ciudadanos independientes, comprometidos con el bienestar nacional.
La unidad
de todos los sectores del país es necesaria y urgente. No se trata de un
desafío de una candidatura presidencial, ni de un problema exclusivo de un
partido político.
Por eso,
hago un llamado a la sociedad, a los partidos políticos, a los empresarios y
profesionales, a ponernos de acuerdo para sacar al país de la encrucijada a la
que ha sido llevado.
Debemos
integrar una boleta electoral que reserve un lugar especial a los mejores
hombres, mujeres y jóvenes, representativos de esos sectores.
Estoy
seguro de que así vamos a ganar la Presidencia de la República, la mayoría en
el Congreso y la mayoría de las alcaldías municipales.
Señoras y
señores:
El país
sufre una grave crisis moral.
Parecería
que mucha gente ha llegado a la conclusión de que hacer las cosas bien no tiene
méritos, que no vale la pena para nada.
La
corrupción no muestra límites.
Jamás en
nuestra historia la corrupción alcanzó un nivel de impunidad tan alto.
Eso
constituye una seria amenaza para nuestra democracia y para la paz social.
Nuestras
instituciones están secuestradas.
El
control que tiene un sector del PLD sobre los poderes públicos, desconoce el
sentido de pluralidad y equilibrio que debe caracterizar una genuina
democracia.
En ese
escenario, tengo el deber de aportar lo mejor de mí, poner toda mi capacidad de
trabajo y mi experiencia, para contribuir, con la firmeza y decisión que me
caracterizan, a poner en práctica una agenda consensuada que haga realidad el
país que la gente quiere.
Una
agenda inspirada en los ideales de justicia y patriotismo del fundador de la
República, Juan Pablo Duarte, cuyo natalicio conmemoramos este 26 de enero.
Al igual
que Duarte, estoy convencido de que los municipios son la unidad territorial
desde la cual se debe gestar el desarrollo integral del país.
He
propugnado y lo seguiré haciendo, por la descentralización administrativa
mediante el fortalecimiento de los gobiernos municipales y la distribución
equitativa de la inversión pública para que los beneficios del desarrollo
alcance a todas las provincias.
Comprometido
con la tarea de hacer un gobierno con todos y para todos, quiero anunciar con
claridad, que participaré en la convención para elegir el candidato a la
Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Moderno.
Como es
mi costumbre, estaré siempre apegado a la búsqueda de la unidad, al respeto de
los principios democráticos y al espíritu de compañerismo.
Defenderé
el derecho a elegir y ser elegido que tienen todos los compañeros y compañeras
a participar en una convención libre y democrática.
La
situación del país es, sin lugar a dudas, demasiado grave para cruzarme de
brazos.
En lo más
íntimo de mi ser tengo arraigado el deseo de dejar un legado a mi país, del
cual mi familia y mis conciudadanos puedan sentirse orgullosos, hoy y en el
futuro.
Dominicanos
y dominicanas: ratifico ante ustedes mi fe, mi optimismo, mi creencia profunda
en el país, y mi compromiso con la búsqueda del bien común que nos legaron
nuestros líderes ya idos.
Ahí está
la fuente de nuestra inspiración, sin distinción de partidos o de colores
políticos, para hacer que la sociedad se levante, airosa y llena de fe en el
porvenir.
Que Dios
nos bendiga e ilumine a todos y a todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario