Francisco Luciano (Opinión) |
SANTO DOMINGO OESTE.- La suspensión de las relaciones diplomáticas
entre los Estados Unidos y Cuba nunca debió ser.
La intolerancia de los Estados
Unidos, frente a la sed de justicia de los jóvenes revolucionarios
del 26 de Julio, inicio el
diferendo que ahora concluye después de 56 años. Más de medio siglo han sido tiempo suficiente para saber que con la
imposición del bloqueo, nadie gana.
El cese de esta medida tomada de manera
unilateral, es un acto de
justicia frente a un pueblo laborioso y decidido como lo es el cubano. Con la medida, todos ganamos, pues la misma quita tensión a una
región que está llamada a integrarse, cada
vez más, para superar sus
dificultades que son muchas. Vayan nuestras felicitaciones a los gobiernos de
ambos países, al tiempo que les deseamos los mejores resultados en este nuevo
amanecer Americano.
El autor es catedrático Universitario y
dirigente del PTD
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