Por: Ismael Batista
Ismael Batista (Opinión) |
La calidad de vida es un concepto
multidimensional amplio, que incluye factores materiales, ambientales, políticos
gubernamentales, factores de relacionamiento y de bienestar subjetivo. No se
pretende en este artículo explicitar los diferentes aspectos del
concepto, porque lo que queremos destacar en el marco de los factores
materiales del espectro, es lo referente a las implicaciones que tiene la
salud en la calidad de vida del individuo.
En exclusiva, nos vamos a referir al
síndrome clínico conocido con el nombre de Insuficiencia Cardiaca, que por el
efecto deletéreo que tiene en la calidad y en la vida de las dominicanas y
dominicanos que la padecen, requiere abordarla en tópico especial. Porque
diferente a lo que pasa con otras enfermedades cardiovasculares, como por
ejemplo, la Hipertensión Arterial, que es una entidad clínica asintomática, o
sea, sin molestias o dolencias. En cambio, es diferente al Fallo Cardiaco,
que por sus diversas gamas de manifestaciones clínicas, limita
considerablemente, la cotidianidad del individuo y su calidad de vida.
En efecto, los síntomas, entre otros,
cardinales de la Insuficiencia Cardiaca, son la fatiga –cansancio- y la disnea
-dificultad para respirar o sensación de falta de aire-. De tal modo, que estos
síntomas impactan la vida del enfermo en un crecimiento progresivo que va
desde cansancio moderados o grandes esfuerzos, tener dificultad respiratoria en
una labor tan sencilla como bañarse, hasta presentar las manifestaciones
clínicas en reposo. Ciertamente la calidad de vida de estos enfermos está
perturbada.
En adicción, la patología o
enfermedad es tremendo problema social, frecuente. Existen escasas
enfermedades, en un individuo mentalmente hábil, que lo inhabilite a tal
grado, que tenga la necesidad del auxilio de otra persona, como lo es en
definitiva la Insuficiencia Cardiaca. Por lo tanto, es evidente, la incapacidad
del enfermo a integrarse a los modos de producción y a la dinámica de la
sociedad, vale decir, la enfermedad lo transforma en una pesada
carga para la familia y el Estado.
Esta enfermedad crónica y terminal
del sistema cardiovascular tiene etiologías u orígenes diversos,
siendo sus principales detonantes la Cardiopatía Isquémica -Infarto al Corazón-
y la Hipertensión Arterial; aunque podemos señalar también como causante de la
enfermedad los defectos valvulares del corazón congénitos y adquiridos.
En estos últimos, con la
corrección quirúrgica del daño a la estructura anatómica del corazón se
corrige el defecto y, se previene la Insuficiencia cardiaca. Sin
embargo, no ocurre lo mismo con las entidades causantes del 70 % de los
casos de la enfermedad, la Hipertensión Arterial y la Cardiopatía Isquémica, en
las cuales están implicados una amplia gama multifactorial: genéticos,
sociales y ambientales que impactan en la salud y el diario vivir de los
individuos.
Son los llamados factores de
riegos para la enfermedad cardiovascular- elementos que influyen en la
posibilidad de padecer una enfermedad cardiovascular en el futuro- de los
cuales hemos hablado ampliamente en otros artículos.
Son hábitos integrantes del
modelo de vida de hoy día, que hacen posible que las enfermedades
cardiovasculares sean las principales causantes de morbi-mortalidad en la
población del planeta.
Finalmente, es preocupante el efecto
adverso de los factores de riesgos en la salud y en la calidad de vida de la
sociedad, por lo que necesariamente se debe inducir a la población
cambiar el modelo de vivir que practicamos hoy, por un estilo de vida
saludable, más propenso a la prevención de las enfermedades cardiovasculares y
otras relacionadas. Se postulan: dietas saludables, ejercicio
físico rutinario –caminar-, no fumar, moderación en el uso de las bebidas
alcohólicas y control de la presión arterial.
Recomendaciones estas, avaladas por
diversos estudios, que han demostrado los beneficios en la calidad de vida y en
la prevención de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer en las
poblaciones que practican estos postulados. Es sencillo, solo requiere de
disciplina y voluntad.
El autor es: Medico cardiólogo.
Reside en Barahona.
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