A Pleno Sol
Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
La demanda y
el apoyo a un reajuste de salarios, en la mayoría son simples planteamientos
demagógicos, la creación a la carrera de falsas expectativas, y un jugar
a la propagación de ideas en los medios informativos.
El reajuste
salarial no depende en lo fundamental de una ley, sino de las buenas
intenciones y responsabilidad de los empresarios o la decisión del sector
gubernamental. Cada empresario puede fijar el salario mínimo que considere
aceptable, y el gobierno también.
Muchos se recuestan
en que se vote una ley de salario mínimo, como una forma de evadir la
responsabilidad. Una ley, únicamente podría entorpecer más la realidad del
salario.
Hoy como
ayer, cuando se da un aumento salarial en el área mínima, los más
perjudicados son los mismos trabajadores, que creen en una falsa esperanza de
que esa acción mejorará su nivel de vida.
Por el
contrario el reajuste salarial sin control de la inflación y el agiotismo, e
impedimenta de cancelaciones masivas, es una puñalada en el corazón
de los que luchan por el pan diario.
Cuando en el
país se aumentan los salarios, en proporción de un 20 a un 30 por ciento
a lo más, la inflación y el agiotismo llega casi el 40 por ciento, con aumentos
en todos los precios de artículos de primera necesidad, los servicios y
la asistencia médica.
En un abrir
y un cerrar de ojos un aumento salarial mínimo se convierte en un nuevo dolor
de cabeza. Difícil controlar el agiotismo y la especulación, cuando estamos en
un mercado de libre intercambio, donde el precio lo pone la oferta y la
demanda.
Se da el
caso de que cuando se suben los salarios, los patronos despiden a los
obreros que con los aumentos disparan la nómina, en consecuencia una empresa
que empleaba a diez, lo reduce a ocho, para mantener la nómica al mismo nivel.
El trabajo se redistribuye, ahora entre ocho, y el que no esté de acuerdo para
la calle.
En
consecuencia, antes de dar pasos firmes hacia un reajuste salarial hay que
amarrar estas circunstancias lastimosas, y donde se burla toda la jornada de
lucha y demanda de los obreros organizados.
Pueden desde
ahora los grandes empresarios aumentar los salarios en forma unilateral. De
hecho en cada empresa, de acuerdo a la calidad del personal, se fijan sueldos
que son competitivos para atraer a los más calificados. En consecuencia,
asimismo se le puede aligerar la carga a los que tienen salarios por el suelo.
Ya lo saben,
un aumento de salarios sin controlar la especulación, y los despidos masivos,
más que beneficios, será un ajusticiamiento para los trabajadores.
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