A Pleno Sol
Manuel Hernámdez Villeta (Opinión) |
Las protestas de muchas
organizaciones populares, no pasan de ser un tremendismo.
Buscan cualquier pretexto para salir a las calles, pero sin un programa claro
de realizaciones.
De primera impresión se da el caso de que
dirigentes sin nombre, quieren catapultarse a las páginas de los periódicos en
base a la sangre que se derrama en protestas que pueden ser buenas en sus
intenciones, pero malas en su programación y preparación.
Lo primero que los grupos populares tienen
que tener presente es que ninguna conquista mínima y muy localista vale la
pérdida de una vida, o un daño a la propiedad de un pequeño comerciante, donde
se pueden facilitar dos ó tres empleos.
Muchos que no han leído los clásicos caen
en una posición de anarquismo, donde lo importante es la tea y no el mensaje.
El tremendismo en las protestas impide el crecimiento de estos grupos, y los
aleja de ser objeto de catapultarse en el corazón de las
masas.
Esgrimen un pliego de conquistas sobre
hechos que son reales, de abandono y olvido de sus comunidades, pero no saben
mantener el alcance de sus objetivos. Cuando se lanzan a las calles con la
pica, únicamente se perjudican de la represión y los gases lacrimógenos los que
residen en esas áreas.
No hay ni siquiera una perspectiva de
llegar con un mensaje claro a los medios de comunicación y ganarse el favor
popular. El país necesita organizaciones que salgan del corazón del pueblo,
luchando por reivindicaciones de las minorías.
Pero estos anarquistas de nuevo cuño deben
comenzar a estudiar los movimientos políticos mundiales. Los cambios llegan no
a través de la mano que empuña la tea, sino de la cabeza que piensa. En un
instante tea e ideas se juntan, pero el desorden en reflujo de masas no pasa de
ser una simple molestia pasajera.
Pocas de estas protestas han logrado
verdaderas conquistas sociales. Inclusive fue un lujo de clase media y de jóvenes
adinerados la lucha por el cuatro por ciento. Con recursos millonarios los que buscaban
el aumento del presupuesto de Educación jugaron su papel, que en el fondo
favoreció a empresarios y dueños de colegios.
El derecho a la protesta es sagrado, el
avance político y social de los grupos populares es indetenible, pero cuando se
toma un camino de violencia sin sentido, entonces los revoltosos deben tomar en
cuenta hacia donde van, y cuál podría ser su futuro.
Reflexión es lo que hace falta, entre los
que por derecho son protestantes, pero también los que aportan la sangre cundo
los ánimos se calientan. Derecho a la protesta, pero sin
enfrentamientos sangrientos, porque en definitiva
son rebeldes con causa que deben ser escuchados.
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