Francisco Luciano (Opinión) |
Con
regularidad distintos personajes de nuestro país, se dedican a resaltar los
supuestos pecados de nuestros héroes y mártires, de todos los tiempos, por encima de sus grandes aportes para
preservar a la República Dominicana como
una nación soberana en el concierto de las naciones libres del mundo. Es así
como se propagan los supuestos pecados de pro hombres de nuestra historia, sin
excluir entre ellos a nuestros padres fundadores.
La última
andanada contra un héroe nacional se ha orquestado para denostar la figura más
trascendente del siglo XX para la historia de nuestro país, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó,
quien ha sido atacado sin piedad y acusado de ser un monstruo capaz de hacer cosas inverosímiles.
Quienes
tienen la osadía de inventar situaciones de debilidades contra los héroes y mártires de la nación, actúan conscientes
o no, en favor de la desintegración de
nuestra patria y al servicio de quienes se afanan para borrar la capacidad de
nuestros jóvenes presentes y futuros, de soñar y trabajar para construir un
mejor país para todos, pues cuando se siembra la idea de que alguno de nuestros héroes era un charlatán, borracho, corrupto o
abusador, se propaga la insana idea de que la perversidad es la norma y que ninguno
de ellos tiene que ser emulado y por lo tanto no es importante, ni patriótico
luchar por sus ideales de eternizar la
dignidad del pueblo y la nación dominicana.
Por suerte en
el matutino Hoy de fecha 6 de los corrientes, se publicó el decoroso escrito de Wellington Ascanio Peterson, actor de primera línea, quien convivió, comulgó
y tuvo diferencias con el coronel Caamaño, ha respondido con hidalguía a los
que consideró que ¨Están equivocados,
han perdido el norte político, han inventado ramas para no apreciar el bosque¨,
para definir al Coronel de abril como: ¨ un ejemplo y un ideal patriótico a
seguir, levantó la bandera de la dignidad nacional y se preparó para continuar
la lucha por nuestra definitiva independencia, en ese esfuerzo tesonero entregó
su preciosa vida junto a sus entrañables compañeros¨. Eso y otras cosas no menos importantes
contiene su artículo titulado: “Los
héroes de honran”.
El más grande pensador antillano, José Martí Pérez, dejó resuelto
ese problema para los héroes, cuando trataron de descalificar
al gran Simón Bolívar por sus reales o supuestos errores, con la siguiente reflexión: “Estos tres
hombres son sagrados: Bolívar de Venezuela; San Martin, del Rio de la Plata e
Hidalgo, de México. Se les deben
perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas.
Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma
luz que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de
las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.
Debemos
decirle a nuestros jóvenes, niños, niñas y adolescentes que siempre será motivo de orgullo defender la
dignidad de la patria y que es a nuestros padres fundadores de la República y a
los héroes y mártires, como Enrique Jiménez Moya, Manolo Tavarez, Tomas
Fernández Domínguez y Francisco Alberto Caamaño
Deñó, junto a todos su compañeros de lucha, a quienes debemos esta patria, que
aunque con una democracia imperfecta y llena de inequidades, es lo mejor que
tenemos y que es nuestro compromiso, continuar trabajando para perfeccionarla,
a los fines de realizar en ella nuestros sueños de progreso, bienestar y
felicidad.
Levantemos
las banderas de nuestros héroes y mártires, porque esa es la bandera que nos
identifica como un pueblo indómito y soberano.
El autor es
catedrático universitario y dirigente del PTD
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