A Pleno Sol
Manuel Hernández Villeta, (Opinión) |
El principal derecho de un ciudadano, es
la preservación de su vida. Cuando en un país la vida de una mujer o de un hombre no vale un centavo, se transita por el camino del
salvajismo. Los dominicanos tenemos que revisarnos, ante la violencia que
genera pérdidas de vida en forma permanente.
Aplicar la violencia institucional para
atajar los actos delincuenciales, no es la solución al problema. Tratar con la pólvora
de eliminar los focos de violencia, es ampliar la espiral, y convertir a
sectores sociales en delincuentes potenciales. La caída de un delincuente, es
una plaza abierta que lanza a otros a tratar de controlarla.
El delincuente puede ser civil o
uniformado. Se delinque al violar la ley, y ante la justicia todos somos
iguales. Todos dentro de esa igualdad, tenemos derecho a la vida. La pena de
muerte que existe en estados de la unión norteamericana es un anacronismo que
debe ser revisado.
Inclusive, se han cometido injusticias en
condenas a pena de muerte, que son revisadas 20 años después al comprobarse
errores de investigación y alteraciones de pruebas. Quiere decir, que como se
archivan los expedientes al momento de ejecutarse la sentencia, habría
inocentes que nunca podrían tener la absolución.
Sin dudas en la República Dominicana hay
temores por la ola de violencia, y muchos piensan que la aplicación del “intercambio de disparos”· es la solución al problema. Es un error, lo
importante es detener a los delincuentes y someterlos a la justicia. Buscar su regeneración y reinserción social.
Creo que si al momento de participar en un
atraco un delincuente lo detectan los organismos de
seguridad, debe ser enfrentado de acuerdo con las circunstancias, y de oponerse
al arresto, también tiene que ser sometido a la obediencia de acuerdo al
momento.
La juventud dominicana de hoy es más
proclive a cometer un acto delincuencial, que participar en actividades
sociales. En mi juventud, contados eran los jóvenes delincuentes, y la mayoría
de los muchachos engrosaban los partidos de izquierda y sus grupos periféricos,
como los clubes culturales.
La pena de muerte en la calle, avalada en
el clamor público de justicia fuera de los tribunales, no es la solución. Tiene
que darse un programa de mejoría social, de creación de más empleos, de
préstamos a los chiriperos, de facilidades para el estudio, de seguridad
médica, de viviendas populares y de reivindicaciones sociales.
Puño de hierro puede haber contra la
delincuencia, pero poco se va a conseguir si continúa ausente la equidad
social.
1 comentario:
Devemos preservar el derecho a la vida de los cuidadanos
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