A Pleno sol
Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
Nicolás Maduro cumple su primer año como
presidente de Venezuela. Le tocó tomar las riendas dejadas en suspenso por Hugo
Chávez. Su primera acción electoral lo estremeció al acusar una pérdida de
votos del chavismo, luego en escrutinios municipales volvió a tomar la
delantera.
Maduro ha tenido que enfrentar un año de
dificultades económicas, de conspiración, de protestas callejeras, pero salvo
los obstáculos, y ahora se debe enfocar en el futuro, en sus próximos pasos y
en tratar de sacar a Venezuela de la crisis actual.
Tiene que caminar con zapatos propios.
Un año después el comandante Chávez es un símbolo para levantar la moral y
seguir en la lucha, pero en el día a día se necesitan manos firmes-propias que
tomen la lanza de la lucha popular.
Lo principal para Maduro de cara a su
segundo año en el poder, es que logre desmantelar las diarias manifestaciones,
rayanas en la violencia, y logre recuperar todo el poder de masas de los
chavistas. No se puede en ningún momento dejar quitar el protagonismo de las
calles.
Una cosa es el gobierno, mandar desde la
famosa silla de alfileres, y otra tener apoyo popular. Un gobierno con ideas
populares no se puede mantener si no cuenta con el apoyo de las grandes
mayorías, su agente efectivo tiene que ser el
hombre de a pie. La calle es el principal baluarte de un gobierno popular.
Maduro y los chavistas se dejaron quitar
brevemente las calles. Menospreciaron las protestas y consideraron que eran
sectores de clase media, y que no tenían mayor trascendencia. Grave error. En
las calles, con apoyo económico de una gran potencia como los
Estados Unidos, se quita un gobierno en un abrir y cerrar de ojos.
Maduro tiene que concertar, dialogar,
buscar soluciones a los problemas, pero sin quitar ni una mota de polvo a las
conquistas sociales que ha dado la revolución. Si lo hace, perderá el respaldo
popular, y su destino será incierto.
La oposición parece estar dividida en lo
que se refiere al día a día, si las protestas son pacíficas o violentas, pero
no tienen diferencias en planteamientos totales ni en las metas de por medio
que es el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro.
Tienen fuerte apoyo y es muy difícil que
salgan de las calles, salvo que sean erradicados por la fuerza, lo que no se
está planteando el gobierno ahora mismo. La derecha seguirá conspirando y el
gobierno debe mantener las puertas del diálogo abierto, pero sin transigir en
su posición de un socialismo siglo 21 en el poder para los habitantes de los cerros.
El juego de ajedrez político de
Venezuela está jaque, pero no mate. La caída violenta de Maduro por los
sectores de derecha, lanzaría al país a una guerra civil de incalculable
trascendencia y alcance. Lo ideal es que no haya Golpe de Estado ni guerra
civil, por eso debe seguir el diálogo y no las
guarimbas.
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