Politica, economía

lunes, marzo 03, 2014

Fascismo en Venezuela



Narciso Isa Conde (Opinión)
Creo que en Venezuela se ha fabricado  con mucha meticulosidad una corriente fascista que ha logrado instalarse en  una franja no mayoritaria, pero si importante de la sociedad: las facciones más poderosas de la gran burguesía y sus relacionados/as, capas medias racistas, estudiantes hijos/as de la burguesía alta y mediana, jóvenes fanatizados, sectores desclasados (lúmpenes), delincuentes de diversas matrices sociales y para-militarismo colombiano…

Esto ha sido factura de la inteligencia político-militar y los “tanques pensantes” gringos, israelíes, colombianos y venezolanos, que han logrado potenciar ideas racistas, estimular el odio contra la fuerzas del campo popular que estigmatizan como “chusma”, sin haber sido debida y oportunamente contrarrestado.

Odio de una burguesía parasitaria, frenética por reconquistar por cualquier medio la jugosa renta petrolera que el proceso de cambios sociales le arrebató; odio contra la pobrecía negra mulata, samba e indígena, que ese proceso reivindicó. Odio a Chávez y al chavismo que políticamente la ha representado.

Rabia violenta que engarza con el descontento y la incertidumbre que la guerra económica y mediática, promovida ellos mismos, genera en los sectores populares e intermedios menos politizados o menos consientes de la sociedad. Que engarzan también con el descontento que en el chavismo popular han generado los propios errores y deformaciones del proceso bolivariano.

Odio de un imperialismo senil (con Bush o con Obama), guerrerista, destructivo, fascistoide… afectado por la peor crisis de su historia, sediento de petróleo,  litio, de uranio, oro, níquel, aluminio, biodiversidad, territorios estratégicos. Incubado, generado, inculcado y transmitido, con especial esmero, a nuevas generaciones formadas en colegios y universidades propias y de sus aliados, y a través de sus poderosos medios masivos y los de la gran burguesía local.

Las revoluciones deben construir amor, paz, convivencia, concordia. Pero el fascismo no entiende de eso, no acepta diálogos, distensión, acuerdos, no entiende de igualdad, justicia, hermandad y abrazos.

Cualquier pacto pacificador el fascismo es ilusorio; cualquier llamado a la concordia y a la paz, resulta tonto.

En Venezuela estamos frente a un choque crucial, frente a un punto elevadísimo de la lucha de clase y de la confrontación capital-trabajo, de las liberaciones y opresiones; un choque inevitable –salvo en caso de rendición más o menos vergonzosa- en el que una de las dos partes habrá de ser derrotada y otra habrá de imponerse.

En tales condiciones la victoria revolucionaria frente al fascismo es impensable sin sacar a las huestes fascistas de los territorios tomados, sin contrarrestar su insolencia, sin quitarle sus fuentes materiales y comunicacionales, sin confiscarles sus capitales, empresas, resortes y poderes que lo nutren, sin aplicarle todo el peso del poder popular..

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