El escritor impertinente
A Pleno Sol
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Manuel Hernández Villeta (Opinión) |
Cada hombre
es un juglar de su destino y de su conciencia. Muchas veces su cantar responde
a temas personales, y otros para defender su posición clasista o ideológica.
Las ideas hay que combatirlas con ideas, y la impertinencia y el atrevimiento,
con señalamientos claros y precisos.
El escritor
peruano Mario Vargas Llosa tiene todo el derecho del mundo a fijar su
posición sobre temas que caen en la globalización internacional de las ideas y
la libre expresión del pensamiento. En este mundo cibernético no hay razón para
que cualquier interesado fije su posición sobre un problema nacional o
internacional.
El camino no
es tomar los libros de Vargas Llosa y quemarlos. Una pira incendiaria de
libros, es el sendero más odioso y aborrecible de cercenar las ideas. Nunca ni
las balas ni la violencia podrían colocar una cremallera al libre
pensamiento.
Vargas Llosa
desde La Fiesta del Chivo parece que está muy atento a la situación nacional,
para emitir opiniones contradictorias, que en ocasiones rayan en la petulancia
y la impertinencia. Trujillo fue producto de circunstancias
socio-político-económicas, lo cual quiere desconocer Vargas Llosa en su libro.
Nunca me
gustó La Fiesta del Chivo en cuanto a su exposición a la libre de un hecho
histórico. Un excelente manejo de la palabra escrita, un maestro de las
descripciones, pero un hombre que mueve hechos históricos a su antojo, y eso es
malo y hasta perverso.
Ahora Vargas
Llosa es un escritor, un pensador, impertinente. Cuando son
las ideas, creemos que tiene su derecho a externarlas, pero cuando le
falta el respeto al país, entonces hay que salirle al frente.
Mario Vargas
Llosa no tiene derecho para pedir que se tomen medidas de fuerzas para
silenciar la voz, las ideas y el pensamiento público y religioso del Cardenal
Nicolás de Jesús López Rodríguez.
No tiene
autoridad política ni social, porque nunca ha estado interesado en la
suerte de los dominicanos, ni siquiera de los haitianos, que en esta ocasión
quiere defender, tratando de arrojar un barril de excrementos a la conciencia
nacional.
Vargas Llosa
puede ser un escritor laureado, pero es un impertinente cuando aviesamente
quiere meter su pluma en el corazón dominicano, para tratar de justificar las
posiciones de las grandes potencias y organismos internacionales en los
problemas de la migración.
Cuando el
juglar- o escritor- miente y es travieso en perjuicio de las mayorías, no
pasa de ser un simple histrión, vendedor de ilusiones, que juega
con su nombre, para levantar causas negativas y perjudiciales para las
mayorías.
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