Por Manuel
Hernández Villeta/ A Pleno Sol
Manuel Hernádez Villeta (Opinión) |
La suspensión de las redadas por
parte de la Policía, enmarca un punto de interés, que se debe materializar en
un permanente respeto a los derechos humanos.
Es beneficioso para la convivencia
colectiva, y para el mantenimiento del respeto al derecho de los ciudadanos,
que se eliminaran esas redadas, que en el transcurso de los años, únicamente servían
para dar paso a atropellos y vejaciones.
Por años, hemos escrito sobre que las
redadas levantan odios por parte de la población, contra medidas que son
abusivas, y que tampoco aportan nada en la lucha contra la violencia y la
delincuencia.
En consecuencia, esperamos que sea de
acción permanente la prohibición de las redadas, y que se empleen métodos
selectivos de persecución del crimen, porque hay que partir de una verdad
irrefutable; la mayor parte de la población es seria y honrada, y a la vez
víctima del crimen.
En las denuncias sobre los problemas
que ocasionaban las redadas en los barrios, estaba que en muchas ocasiones eran
realizadas para dar pie a la extorsión,
deteniendo a muchachos, que luego sus familiares tenían que pagar un peaje,
para que se los pusieran en libertad.
Además, impregnaba el concepto de que
el mal vestido, el pobre, el harapiento, tenia un perfil criminal, y era al que
de inmediato lo montaban en un vehículo patrullero.
Decenas de humildes trabajadores y
trabajadoras eran detenidos al filo de la
madrugada, cuando procedían a tomar el primer autobús para llegar temprano a su
puesto de trabajo.
Pasaba lo mismo con las trabajadoras
nocturnas o los estudiantes de última tanda, que eran detenidos en cualquier momento, cuando se realizaban estas famosas redadas. La
Policía tiene que mantener métodos modernos para detener a
las personas que han participado en un delito, sin que se tenga que molestar a
todos los ciudadanos,
Además, hay que tener cuidado con los
perfiles de delincuentes a simple vista, aplicados a personas que no son vistas
en la comisión flagrante de un delito. Esa apreciación puede fallar, si se
utilizan métodos subjetivos y poco científicos.
La policía tiene una pesada carga
sobre sus hombros que es detener a la delincuencia y parar la violencia. Su
mejor aliado en esa campaña es el mismo pueblo. Por tanto, hay que ganarse su
confianza y apoyo a como de lugar, si se quiere que la Policía sea una
institución que enfrente la violencia con éxito.
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