Politica, economía

viernes, diciembre 27, 2013

En el Darío Contreras hubo de todo en Navidad

Distintos momentos de la sala de emergencia del Darío
SANTO DOMINGO ESTE.- Los médicos de las salas de emergencias del Hospital Traumatológico Darío Contreras, priorizaron este día de Navidad, atender primero el sicote en los pies de un paciente con machetazos en la cabeza y los brazos llevado de urgencia al centro sanitario que las sangrantes heridas.

A las 11:51 de la mañana, un hombre joven a bordo de una van, llegó sosteniéndose su antebrazo derecho envuelto en una camisa para evitar la sangre que manaba de un machetazo que recibió en una pelea en un lugar no especificado.

De inmediato, un socorrista de la Defensa Civil lo asistió para conducirlo al área de emergencias.
Lo sentaron en la primera camilla a la derecha.  Se quitó un par de tenis caro, a la moda, que hedían a perro muerto.¡Fó, que marrrrdito bajo der diablo!, dijo un enfermero arrastrando las erres,  como todo buen sureño dominicano.
 

De inmediato, la sala se llenó de un olor nauseabundo que llamó la atención de médicos, paramédicos, enfermeras, pacientes, familiares y seguridad que buscaban el origen del vaho.
 

Varias personas, despavoridas,  abandonaron la sala, mientras algunos médicos seguían allí, curando a los heridos con mascarillas cubriendo sus narices.
 

Cuando los médicos se percataron de la procedencia del mal olor, llamaron a suministro para que de “urgencia” le llevaran un frasco de “Vetadine”, un antiséptico, cuyo principal activo es el yodo, que mata los microorganismos que provocan el sicote.
 

Una enfermera derramó el Vetadine en un par de guantes estériles y se lo colocaron en los pies. Ya controlado el sicote, procedieron a curarles las heridas en la cabeza rapada y en el brazo derecho.
 

El joven llamó la atención de periodistas y camarógrafos que no perdieron tiempo en tomar imágenes, lo que molestó al herido que se amargó su día de Navidad.
 

Amenazó a los reporteros con romperles las cámaras y, para reforzar sus amenazas dijo “yo soy militar, te rompo la cámara”.
 

Sin embargo, sus palabras se quedaron en simples amenazas y volvió a dejarse caer en la camilla que también fue cubierta con un plástico.
 

Después fue enviado al área de sutura y dejó en las salas de emergencias los comentarios del sicote más grande del mundo esparcidos en Navidad.
 

“¡Porr mi madre, que yo nunca había olido un sicote tan grande en toda mi vida”, volvió a gritar el enfermero sureño.
 

Horas después llegó una unidad de la Policía Nacional con otro joven herido en las piernas,  en la parte trasera de la camioneta.
 

Dijeron que lo encontraron robando en una empresa y que el vigilante “le dio una salsa”.
 

Los voluntarios de la Defensa Civil lo llevaron a una camilla y otro mal olor se apoderó de las salas de emergencias del Darío Contreras.
 

Las narices de los emergenciolos ya estaban muy sensibles, y ordenaron a un paramédico que despojara al herido de sus vestimentas embarradas de excrementos, que fue a tener a un zafacón fuera de la sala.
 

En esta Navidad, el ambiente de las Salas de Emergencias del Darío Contreras no sólo se llenó de olor a sangre, también hedía a sicote y a mierda.

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