¡Formidable! Se lo ganó
la ignominia racista pele-balaguerista.
Por Narciso
Isa Conde
Narciso Isa Conde (Opinión) |
Entramparse en la mentira y la
maldad extrema conduce a perder el sentido de la realidad. Y eso le pasó a este
gobierno cuando “acató” la sentencia del Tribunal Constitucional y se
lanzó a la campaña internacional en defensa de un genocidio civil, poniendo a
su premier Montalvo al frente.
Imbuido de oportunismo y
pusilanimidad política, lo motivó el dato frágil de que el 90% de este pueblo
es anti-haitiano; dato surgido de una manipulación que no podrá resistir el
acenso de la verdad.
No se a quien pudo ocurrírsele
que las naciones caribeñas, nuestra América y el mundo, podrían tragarse la
idea de “humanizar” el nazi-racismo y la xenofobia.
Nadie es tonto para admitir el
derecho de ese tribunal a violar su propia Constitución, despojando
retroactivamente de la nacionalidad dominicana a centenares de miles de
personas de ascendencia haitiana.
Y digo centenares de miles,
porque independientemente de la maniobra publicitaria de la JCE-Gobierno
(reduciendo a 13 mil los/as registrados/as “irregularmente”), la realidad es
que los/as nacidos después de 1929 son centenares de miles, que siguen y seguirán
siendo objeto de persecución desde un poder racista administrado por almas
retorcidas.
El país y el mundo saben,
además, que lo de la separación de los poderes en este país es una falacia, que
todos están controlados por el cohollo del partido de gobierno y que el
presidente Medina no estaba obligado a acompañar al nazi-racismo a violar la
Constitución que juró respetar; menos en algo tan sensible como la negación del
derecho a la nacionalidad, con el impacto desgarrador que implica lanzar a una
parte de la sociedad a la condición de apátridas.
No hay manera de “humanizar”
lo inhumano. Es todavía más cruel hablar de “regularizar” el sufrimiento que
conlleva negarle a un ser su existencia documentada.
Las lágrimas
presidenciales y sus promesas de “humanizar la tragedia” son lágrimas de
cocodrilo en el contexto de una nueva farsa, que ahora mezcla el grave problema
migratorio y la saña hipócrita que lo acompaña con el despojo masivo de
nacionalidad.
De eso se ha dado cuenta el
CARICOM y por eso el cañonazo anunciado; pendientes condenas más drásticas,
extensibles al CELAC, la ONU y otros ámbitos.
No son sanciones ni al país ni
al pueblo dominicano, sino a un gobierno y a un Estado que se las merece. Y
“poco me lo jayo”.
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