Robert Vargas |
Ayer tarde, un buen amigo me advertía de los peligros a los que me estoy exponiendo en estos momentos por hacer un periodismo independiente, crítico, sin tumbapolvismo de ningún tipo.
Unas tres horas más tarde, otro entrañable amigo, que me visitó junto a su esposa, una distinguida dama de Santo Domingo Este, también me advirtió de sus temores de que me pueda pasar "algo".
Lo hizo cuándo lo acompañé hasta su todoterreno.
-"Yo temo que te pueda ocurrir algo grave, incluso que te puedan asesinar, sobre todo porque tú andas a pie en las calles y trasladándote en carros públicos. Esos tipos son capaces de cualquier cosa", me dijo.
Quien así hablaba es uno de los líderes políticos más sólidos de Santo Domingo Este, con proyección nacional y conocedor de muchísimos secretos de estado. Sabe lo que dice.
Este domingo, otro amigo me llamó para comentarme sobre algunas cosas. Nos reunimos en un restaurante de Santo Domingo Este.
Al final, me hizo exactamente la misma observación.
Personalmente, ninguno de los tres amigos míos se conocen entre ellos, aunque sí por referencias en los medios de comunicación.
O sea, que se trata de sugerencias espontáneas coincidentes de gentes que no se conocen entre ellos.
¿Qué conocen ellos que yo desconozco?
Es cierto, yo ando a pie, las únicas "armas" que me acompañan cada día son una cámara fotográfica y otra de vídeo y el parque con que alimento estas "armas" son las baterías.
Conozco al menos de una historia horrenda de una persona que tuvo diferencias con algún nuevo rico y político y poco después fue asesinado y todo quedó en el olvido.
Nada, no alargaré esto más.
Solo pedirles que estén atentos y, si me asesinan, me dan una paliza, tengo "un accidente", o cualquier otra cosa extraña, no se anden por las ramas, vayan directamente al tronco y, con la fuerza de la justicia, persíganlo todo el tiempo hasta que los responsables paguen.
Yo los creo capaces de cualquier cosa. Lean bien, DE CUALQUIER COSA, y ninguna de ellas es buena.
¡Ah! Todo esto va por igual para cualquiera de los dinámicos colaboradores de Ciudad Oriental. Si "algo" le sucede, será necesario reaccionar por igual. No es con "carajitos" que nos estamos dando las manos.
En el fondo, lo que se pretende es silenciar uno de los medios más plurales e independientes que existe en la República Dominicana y que contribuye cada día a hacer un municipio mejor y a construir líderes sin importar a cual partido pertenecen.
Quien, por una estupidez brotada de la soberbia amparada en fortunas millonarias de dudoso origen estimule, auspicie, promueva o participe aunque sea de lejos en el asesinato de uno o más periodistas independientes, deberá estar claro en que podría estar prendiendo la chispa que encienda la pradera que arrase con importantes estructuras sociales.
Por eso, ciertas cabezas pensantes deberían animarse a enfriar algunas mentes calenturientas, porque sus acciones no solo le afectarán a él, sino a todo el segmento organizativo del que participa y dice ser líder.
Además, si alguien apretara el gatillo, o diera alguna paliza, deberá recordar, que más de dos décadas después, los asesinos de Orlando Martínez fueron condenados a la pena máxima.
Quizás en el centro del poder alguien pudiera entender lo que estamos sugiriendo en relación a uno de sus pupilos más aventajados en Santo Domingo Este.
No parece que eso sea difícil de entender. Creo yo.
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