Politica, economía

miércoles, octubre 23, 2013

Cuidado JCE



Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno sol

Manuel Hernández Villeta (Opinión)
La Junta Central Electoral es un organismo que tiene una amplia credibilidad pública. Tiene que tratar por todos los medios de mantenerse como un faro que conduzca a los dominicanos en la tarea democrática de poder escoger a sus principales funcionarios públicos.

Pero los miembros jueces de la JCE tienen que ponerse un gorro de  hielo en la cabeza. Tienen que darse cuenta de la situación económica del país, y deben dejar a un lado la posición de considerase por encima de todos, por estar en una institución colegiada.

Si la JCE pierde credibilidad pública, se hará difícil, casi imposible, poder llevar a cabo unas elecciones libres y democráticas. Unas elecciones exigen un árbitro serio y responsable, con pleno comedimiento y conocimiento de
su deber, y ser un abanderado en la defensa de las libertades públicas.

Precisamente, florece la mayor dosis de libertades sociales  cuando hay unas elecciones libres y democráticas, y en el país se permite que cada dominicano tenga la oportunidad de votar en forma libérrima.

Con el reajuste de salario en más de  cien mil pesos de sus jueces, el pleno de la  JCE lleva un mensaje equivocado a la comunidad. En un país donde millones están luchando por un salario mínimo de menos de diez mil pesos, el aumento salarial es un abuso.

Con las facilidades institucionales del cargo, como vehículos, gasolina, choferes, las dietas, un juez electoral debe estar ganando aproximadamente  más de medio millón de pesos, lo cual es una bofetada a la miseria del pueblo.

No es solo el caso de la JCE. Hay muchos funcionarios de cuello blanco que se ponen sueldos lujosos y hasta inaceptables para un país donde miles de niños se acuestan sin cenar y pasan el día sin comer, mientras que la miseria extrema empuja a la juventud a las drogas o la prostitución.

Luego del reajuste salarial en la JCE, es de esperar que se detengan los planes de introducir una nueva cédula de identidad, que podría ser un don de modernidad, pero que las costillas del pueblo no lo pueden pagar.
Mientras la casi totalidad del pueblo está sometido a una austeridad extrema, los que se encuentran por encima del bien y el mal, disfrutan de la buena vida. Bienvenidos al paraíso.

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