Por Francisco Luciano
Francisco Luciano (Opinión) |
Las más recientes declaraciones del presidente de los
Estados Unidos Barack Obama, en el sentido de que tiene decidido atacar a Siria
porque se tiene prueba de que allí se han usado armas químicas contra la población,
constituyen un gran motivo de desasosiego para la humanidad.
Esa fue la misma escusa usada con Irak y el pretexto de
la aplazada acción contra Corea del Norte. Es así, porque ya no puede usarse como pretexto para motorizar la guerra
el peligro del avance comunista.
La cosa ahora resulta más descabellada, pues el gobierno
de los Estados Unidos acusa a los sirios de usar armas químicas y ante el
emplazamiento de que presenten las
pruebas de tal acusación, recurren a la diatriba como respuesta porque la mayor probabilidad es que no
dispongan de tales evidencias.
Lo cierto es que sobre esta nueva amenaza se mueven
múltiples intereses que buscan, bajo el pretexto de la amenaza Siria y de imponer allí la paz y el
orden, apoderarse de las riquezas de esa
nación, aunque para ello sea necesario recurrir a una actitud de doble moral, ya es Estados Unidos uno de los países del mundo que
más tipos de armas letales se produce. Resulta
irritante que aleguen en este caso los mismos argumentos que contra Irak, como si nos hubiésemos
olvidado de que después de haber destruido a ese país y fusilado a su depuesto
presidente, confesaron sin sonrojos, que allí no había ninguna arma de
destrucción masiva y que eso se sabía desde antes de ordenar la masacre que llevo a la tumba a miles de
jóvenes iraquíes y a miles de soldados norteamericanos inocentes.
Nadie debe olvidar que fueron los Estados
Unidos quienes detonaron armas nucleares sobre el Japón cuyas falencias aún se
padecen en la nación Nipona.
Esta guerra, abusiva, irracional e inútil tiene que ser
rechazada por todas las voces sensatas del mundo y ojala el congreso de los
Estados Unidos descarte la moción de autorizar esta degradante aventura que costaría más vidas
y sufrimientos al
país Sirio y a toda la
humanidad, para ver si así la soberbia de la casa blanca decide, al igual que
en el caso de Corea del Norte aplazar la acción, quitándole esta carga de tensión a la
humanidad.
Los vestigios negativos de una acción de esta naturaleza
y el solo lenguaje de los tambores de
guerra, ya comienzan a imponer
su carga negativa sobre los precios del petróleo y en consecuencias de sus
derivados, dañando la economía de centenas de países y de millones de personas.
Que se levanten las voces por la paz en el mundo, para
que el gobierno de los Estados Unidos y su joven presidente desistan en sus pretensiones y evitemos otro holocausto para la humanidad.
El autor es catedrático universitario y dirigente del PTD
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