Politica, economía

viernes, agosto 23, 2013

Tenía que ser el hijo de Chichita

Por Francisco Luciano

Francisco Luciano (Opinión)
Tenía que ser  un dirigente político y educador  con origen en los extractos más humildes   quien asumiera el  irreverente  acto de  denunciar “que con los libros de textos existe un cartel” que abusa de toda una sociedad y burla el principio de autoridad de manera descarada.

Y es cierto, tenemos una mafia despiadada que solo  piensa en las ganancias  económicas y que involucra  a administradores de centros educativos y a funcionarios públicos del  sector, que confabulados  imponen esa práctica perversa que sangra  económicamente a las familias dominicanas y limita la educación que se sirve haciéndola de calidad insuficiente.

Las declaraciones responsables, bien fundamentadas y con propuestas válidas para encarar  este tema que salta a los primeros planos cada año para esta misma fecha, no mereció una sola línea  de los periódicos nacionales, pese a que las vertió en uno de los programas televisivos de más audiencia, haciendo sospechoso el interés que expresan estos grupos  que controlan los medios por mejorar nuestra educación; pues con la sordina aplicada  a los juicios responsables del educador, dejan evidenciado que su tal preocupación por el tema educativo involucra un currículo oculto y que las denuncias de una que otra escuela en mal estado, sin butacas o sin profesores, obedecen a formulas cosméticas que llevan de manera  intrínseca el síndrome del carterista.

A ese profesor nacido en el kilómetro 18 de los Bajos de Haina, cuando era ministro de la cartera educativa, esos medios le construyeron la imagen del monstruo que vino con unos textos integrados a dañar la educación dominicana   contando con el beneplácito y  el silencio displicente de sectores que  se dicen “progresistas” y “defensores” de las mejores causas de nuestra patria,  haciéndolo saltar del cargo y para ello, los “progresistas” esgrimieron como  justificación  la supuesta o real  altanería del hijo de Josefina Pinales viuda Paredes, de todos conocida como Doña  Chichita.

 Lo cierto es que desde que era dirigente del gremio magisterial, concedió  más importancia a los problemas de fondo que a los de forma.  Llego a ministro e insistió en su manera de ser y de pensar tratando de imponer antes que  el cambio de la cultura, la cultura de cambio y pago con su destitución el precio de tal pretensión.

Ojala no se rinda y ojala encuentre a más personas y sectores dispuestos a transitar el camino en la lucha, iniciada por  Hostos  y continuada por él, que tiene como meta alcanzar una educación de calidad para los dominicanos, porque solo así construiremos el ciudadano que requiere la nación que Juan Pablo Duarte nos lego, para desarrollarse con fisonomía propia y autónoma en el concierto de las naciones libres del mundo.


El autor es catedrático universitario y dirigente del PTD

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